miércoles, 18 de noviembre de 2015

EL DIA DE TODOS LOS MUERTOS


En estos días, por mis tierras, se ha hablado de un ritual importado de otras latitudes, producto a mi entender de la colonización cultural de Hollywood en América latina, y nuestra poca capacidad de filtro para hacer propias cosas ajenas. Me refiero al Halloween, que no sé de qué se trata ni me interesa, si me interesa que acá el 2 de noviembre se celebra el día de los muertos, y para celebrarlo hay costumbres muy antiguas que vienen de la época precolombina y que se han sincretizado, pero ese tema tampoco me interesa tratar acá, quiero hablar de mis muertos.
Quiero hoy recordar y homenajear un grupo de personas que ya no están físicamente pero que aún caminan por las calles de la memoria de mi pueblo.
Mi pueblo es pequeño, en las laderas de los cerros de un amplio valle, se ha quedado detenido en el tiempo, con su vida rural marcando el ritmo.
Frente a la plaza cercada de piedra, estaba la heladería de “don Pepe”, era una habitación austera pintada de rosa, con muebles de fórmica. Paseo obligado, desde que tengo uso de razón, después de la misa del domingo, a tomar un heladito. La especialidad era el helado de mango, no he vuelto a probar un manjar igual, se murió don Pepe y se llevó la receta a su tumba junto con la Heladería y sus helados.
Recuerdo particularmente, los ojos oscuros y amables de don Pepe, de ascendencia árabe, llevó a ese pueblo colonial la delicia de sus helados, tan sencillos y ricos. Había solo cinco gustos, frutilla, limón, vainilla, dulce de leche y mango cuando la temporada lo permitía.
Asocio esa Heladería al recuerdo de mi abuelo y mis padres, ya que el ritual de tomar helado a la salida de misa lo viví primero con él y luego con mis padres y mis sobrinos mayores llegaron a vivirlo. No sé si eran tan ricos como los recuerdos, eran el gusto de estar todos los primos juntos sentados en la pirca de la plaza haciendo competencia  a quien le duraba más el fresco gusto antes de derretirse o engullirlo, era la niñez y la inocencia, la alegría de solo estar ahí, la emoción de un premio, una cosquilla en la panza.
Hoy Don pepe no está, su Heladería se fue, solo queda en mi memoria, quiero decir aquí, ahora, ¡gracias por los dulces y frescos momentos. ¡
En mí recorrido por el pueblo, echo de menos a Paulino, él era puestero de mi abuelo, puestero se dice de quien cuida vacas en el cerro. Era un gaucho de verdad, alto, blancote, de pelo abundante y castaño, con pocos dientes,  pocas palabras y una sonrisa tan indescifrable como la de la Mona Lisa.
Recuerdo largos recorridos a caballo, tras el rastro de alguna vaca arisca perdida en medio del monte, su silencio era atento, en algún momento con la ayuda de sus miles de perros flacos, chiquitos y feos, seguro que las encontraba.
Las pocas veces que Paulino hablaba, todos callábamos, para que eso ocurra se daban ciertas circunstancias especiales, poca gente, un asado rico y que haya corrido mucho vino, éste le soltaba la lengua y para delicia de todos brotaban las historias. Así como si nada la Viuda Negra cobraba vida, se había sentado en las ancas de su caballo una noche de tormenta. El ruido de la caja del diablo, tamborileando para el carnaval, inundaba las noches de verano. El Ucumar (dios de la mitología andina) que andaba por los altos cerros cerca del límite asustaba a los cuatreros. Los cóndores y pumas que se robaban terneros aparecían asustando a los niños, y las ánimas que llamaban de noche a los gauchos en las solitarias vigilias bajo las estrellas nos ponían los pelos de punta…..
Y un día también Paulino se fue, buscando alguna vaca astuda y mala por la senda de la las estrellas, llevando consigo en su lengua muda una millón de historias perdidas. Si la muerte de Paulino dejó un vacío en el pueblo, en la finca, en mi vida, las generaciones que me siguen no lo conocerán, o tal vez un poco por estas líneas, por eso creo que recordar a los muertos no es malo, es bueno, son nuestra memoria, nuestras raíces.
Paulino tenía mujer, más callada que él, Doña Cata, que debe haber sido una belleza gringa de la zona, agriada con los años,hacía los quesos más sabrosos con las leches más magras que las vacas astudas y malas de la finca daban. Sus bollos de grasa en horno de barro y el dulce de membrillo, su recuerdo me aguan la boca en este momento. La cabeza guateada que hacían con Paulino no tenía competencia en km a la redonda. No, no era una mujer amable, pero a la distancia y con los años puedo valorarla en su sencillez y trabajo, era hacendosa, sufrida, rumiaba en silencio sus desventuras, o eso me imagino yo.
Recuerdo con particular devoción un episodio, un sábado llegamos a la finca y Paulino y doña Cata no llegaban, en su casa no estaban y los esperamos en el monturero. En eso llegan los dos, caminando, tímidos, incomodos, y entendimos el motivo al acercarse. Venían con la cabeza rebosante de rulos !!! Les habían hecho la permanente!! Su hijo, un gaucho duro y rudo había decidido hacerse peluquero para ser moderno, y probo en la cabeza de sus padres sus habilidades, en un sinnúmero de rulos duros y brillosos que no se asentaban con nada, que eludían el sombrero y cualquier otro adminiculo para taparlos. La cara de desconcierto, como si llevaran un monumento en sus cabezas, impidió que la risa se escapara de nuestras gargantas y seguimos como si nada, ayudando a pasar desapercibidos los ostentosos rulos indomables.
Otro personaje entrañable de mi vida fue Don Armella, el panadero del pueblo,  llegaba a la finca en una camionetita del año 1930, con sus canastas de pan,  de niños lo esperábamos en la tranquera a las ocho menos cinco en punto para poder subir prendidos a los guardabarros la cuesta hacia la casa de mis abuelos y recibir cada uno de los 11 nietos que en ese entonces estábamos ahí la recompensa de una deliciosa tortilla, que con los años nos enteramos le cobraba a mi abuela religiosamente. Recuerdo el sombrero y la nuca de don Armella, su figura chiquita y esmirriada, acorde con el autito sacado de un cuento, parecía un duende. Y nunca volví a sentir la emoción de subir a una velocidad desenfrenada la cuesta que nos parecía el Everest a los 7 años, a 15 km por hora, se nos volaba el alma, era puro goce.
No puedo seguir escribiendo mas, esta emoción agridulce me ha dejado el alma porosa. Este homenaje recuerdo ha desencadenado muchos sentimientos, no quiero llorar, solo recordarlos con cariño, con alegría, y dejar testimonio de su paso por mi vida, son mis memorias, mis raíces, mis muertos, y por ellos encenderé una vela y diré una oración por sus almas que están en la gloria.


domingo, 18 de octubre de 2015

Cuando un árbol muere, se va un amigo







Cuando un árbol se va……..

Y si, no hay dudas, es una obviedad, cuando un árbol se va queda un espacio vacío…. Y tarda mucho tiempo en llenarse ese lugar de nuevo.
Hace unos días, en el lugar donde vivo por esas cosas de la naturaleza inclemente corrió un viento huracanado con ráfagas de hasta 140 km/ h, que no es habitual en estas regiones.
Ese viento destrozó de un brutal ramalazo un ceibo centenario que crecía en el parque de la casa de mis padres en la finca familiar, el ceibo es un árbol de gran envergadura que florece en primavera con unos racimos rojo furioso, a los que llamamos gallitos por el parecido que con ellos que tienen. El ceibo es l débil, ya que su tronco de madera blanda y esponjosa se pudre fácilmente con la humedad de la temporada de lluvias. Este ejemplar había resistido demasiado.
El ceibo del que hablo, era una presencia viva en nuestra familia, ocupaba su lugar por derecho propio, no lo había plantado la mano del hombre, estaba ahí antes que nosotros llegáramos a su mundo.
Era un punto de referencia, si jugábamos de más chicos era adelante o detrás del ceibo, ya de más grandes nos sentábamos en las tardes de verano bajo su sombra en un banco de plaza que mi madre había puesto allí. Fue testigo mudo de largas conversaciones románticas, políticas, profundas y vanas, familiares.
 Se erguía al fondo del parque, dominando el paisaje con su copa frondosa, llamaba la atención sobremanera que en una de sus ramas había crecido una tuna, si, una tuna que cada año aumentaba sus pencas, era asombroso, ya que las tunas crecen en tierras arenosas y mas cálidas, y estaba allí muy oronda viviendo de la generosidad del ceibo.
Ayer cuando fui a la finca a ver unas cosas, se me cayó el alma al suelo cuando mirando hacia el sur me di con que ya no estaba, él se había partido dolorosamente por la mitad, el viento lo había quebrado, desguazado, hecho trizas, yacía desparramado en pedazotes sobre la ladera de la cañada.
Sentí un profundo dolor, un dolor de muerte, y me despedí de el con lágrimas en los ojos.
El no murió de pie, la tempestad del viento lo volteo, aguantó con nobleza el paso de los años, tenía más de cien, por el diámetro de su tronco, estaba enfermo, la lluvia había penetrado su interior horadándolo, era un gran tronco hueco, se sostenía en realidad a pura voluntad. Nos regaló hasta esta última primavera sus hojas verdes brillosas y unos pocos gallitos.
En estos días de vientos y movimientos por estas tierras, vi en la imagen del árbol caído una metáfora de la vida, el fin de un ciclo. Los vientos tienen esa cosa de catástrofe y de limpieza al final, se llevan con ellos lo que ya ha concluido, las ramas secas, las hojas muertas, las estructuras viejas, nos sacuden, nos ponen en crisis y lo que sobrevive lo hace más fuerte.
Al pie del viejo ceibo el año pasado planté un Palo borracho, un árbol característico de estas tierras, que tiene una flor preciosa como una orquídea, evidentemente ya presentía en mi alma vegetal que la vida de mi amigo iba declinando.
Y ahí está, uno tenía que morir para dar lugar al otro, el Palo borracho es pequeñito, tiene dos hojas, aun el tronco viejo lo protegerá de las heladas para que logre llegar a otra primavera. Es como la memoria y la experiencia de los padres y abuelos están ahí para protegerte aun cuando ya no los veas.
Este es mi homenaje a ese ceibo emblemático y familiar, lo voy a echar mucho de menos, ese paisaje ya nunca será  el mismo, con él se fue una parte de mis vivencias, muchas vidas vividas bajo su sombra, se llevará a la entraña de la tierra murmullos y secretos, palabras de amor y de tristeza.
Cuando menos lo espere me dejará oír en el viento sus hojas charlando, y  en las noches de luna llena volverá en la sombra del recuerdo su silueta negra y fuerte traída por los rayos blancos de la luna y el palpitar de las estrellas……

T.C. Octubre 2015



jueves, 24 de septiembre de 2015

LA PRIMAVERA Y YO, un romance complicado......

Septiembre, por este hemisferio la primavera aparece, se derrama, se desliza, cambia el paisaje de repente y se pinta de color.


Amo la primavera, y me incomoda toda ella, en su belleza, en su magnificencia y en sus cambios tan abruptos. Por eso vivo en permanente conflicto, es una real y verdadera relación patológica de amor y odio, mal con ella, mal sin ella.
En realidad ella no tiene la culpa de nuestra relación desafortunada, es que a mí los cambios me cuestan, y ella es cambio, continuo, permanente, es el símbolo de todo eso, y yo la admiro, pero me rompe los esquemas!! 
Todo es inestable en esta época del año en mi lugar, las mañanas son heladas, los mediodías tórridos, las noches frescas, el viento arremolina el ambiente, la luz y el aire se cargan de polvo y le dan a todo una reververancia mágica y molesta, preciosa al amanecer o atardecer, pero cuando he trabajar o manejar el auto, esa luminosidad me vuelve loca; y esa misma luz me deja extasiada al crepúsculo, cuando el aire se ilumina y el paisaje se vuelve una obra maestra.
En esto de los cambios, ella me sobrepasa, con una rapidez asombrosa le va ganando poco a poco y cada día más lugar al invierno, aun sin lluvia, las copas de los árboles son sus banderas, indudables flamean al viento sus hojas nuevas, lustrosas, brillantes, y en medio del polvo circundante clavan su estaca y se hacen fuertes, son primavera.
A mí, esto de no saber que ropa ponerme para salir a la calle, me pone incómoda, me gusta tener todo bajo control, (jejeje, como si eso fuera posible) , o al menos saber que si me puse medias y botas no voy a sufrir de tortura toda la mañana por que a la señorita se le ocurrió elevar su temperatura 20 grados centígrados en una hora, y mi otro drama estacional, ¿cuando guardo los gordos sacos de invierno y saco sandalias y blusas livianas?? ¿Cuando? ya que ayer use mi campera y medias y hoy tire todo por la borda muerta de calor, y ¿mañana que será??
Me retiro en mi lugar de descanso, y miro al poniente, observo el árbol que esta frente mío, el que me da el tictac de la primavera, el que marca su paso, siento una emoción intensa surgirme en las entrañas, siento su savia burbujeante, siento ganas de volar, de ser esos pájaros alborotados que a las 6 de la mañana me despiertan tan contentos y no mato de un hondazo porque estoy adormilada, y los redimo, o ellos lo hacen por mí, y por un rato el espíritu de ella, me inunda, me habita, me dejo llevar por el caos de mil células creciendo, cambiando, proyectando, y ahí, ahí, en ese momento único, me trepo al ala de algún sueño dormido durante el invierno, y es ahí justo, cuando empieza a salir al mundo, a querer ser real, y hago mío el empuje del cambio, la necesidad de él.
Tengo una hermana que ama lo nuevo, la admiro, no tiene miedo al cambio, cualquier tema novedoso la atrapa, se viste a la última moda, cuando ella deja de usar algo por anticuado yo me lo pongo y me siento tremendamente fashion, si sale un nuevo dispositivo tecnológico ella al menos lo conoce y ya lo maneja, yo lloré tres semanas cuando murió mi celular con teclitas y sin watsup, y odié por 3 meses el celular táctil!!!
Ella cambió de casa, de barrio, de vida, en un periquete, yo me mude y a los 8 meses recién pude salir de la depresión que significó mudarme de casa!!! Si, ella tiene una ventaja, tiene la ductilidad de la caña al viento, yo a veces me siento un duro tronco de quebracho conservador, que cruje con cada ramalazo de viento.

Ahora que escribo, me veo ante dos maestras, no sé si podré aprender, al menos lo estoy viendo, la primavera y mi hermana, ojala de ellas saque en este momento la flexibilidad de la caña y el vigor de reverdecer con savia nueva, de poder hacer mis sueños realidad palpable, yo también soy sabia, yo también quiero reverdecer, brotar y dar mis frutos…mecerme por un rato al viento…..

jueves, 10 de septiembre de 2015

SINCERAMENTE...... es hora de un cambio

Lo que me sale del alma es sincerarme conmigo misma ante lo inexorable, el desafío de escribir una novela con capítulos de entregas semanales me queda grande,  en este momento de mi vida, no puedo, así de simple y así de duro, para mí.
Admito que se había vuelto una tortura escribir el último capitulo, que demoraba mi tiempo de empezar y hasta se estaba volviendo feo lo que me resultaba placentero, me sentía constreñida por el tiempo. Lo peor era sentarme, tener la cabeza llena de ideas y no las energías ni el tiempo para sacarlas.
Sé que no es un corte, que es una pausa tan larga o corta como la vida decida que es.
El oficio de escribir evidentemente es eso, un oficio, y cuando comencé este blog, sabía que mi tiempo es limitado y quería escribir solo lo que se me venía en el momento, y me embalé, me envalentoné y me subí en mi soberbia para estrellarme con la dura realidad, la mía, la de una mujer que trabaja en su emprendimiento privado, de la que dependen 8 familias para su sustento, que soy durante algunos periodos el ppal. sustento de mi familia, y lo digo con orgullo, sin pena. Así que escribir, que es mi pasión, no es mi sustento, es mi cable a tierra, mi fuente de cordura, mi solaz.
Me costó aceptar esta realidad, me creí la súper mujer que podía escribir una novela en capítulos semanales, y no, no puedo. Creo que escribir es sagrado, es una responsabilidad conmigo misma principalmente y con aquellos que me leen, si no se trabaja con esmero es como largar al mundo un hijo sucio y mal educado. Y hoy no tengo el tiempo ni la energía para ese esmero.
Pensé que escribir durante un año unas páginas semanales me llevaban al sueño de escribir una novela, pues no, no es así. He aprendido mucho en este intento, de lo que puedo, lo que no, lo que tengo y lo que me falta, así que en honor a este sagrado oficio de escribir, me voy a limitar a lo que sé que puedo, por ahora, que es escribir esto, cuentos y escritos, ideas y más ideas, y algunas historias.
Aquí voy, con otro desafío, más a mi altura, más humilde, y también más aliviada.
Este espacio es un templo para mi, especial, lo quiero cultivar, conservar, ver crecer y perseverar en él, cuando esté lista para escribir una novela, saldrá de otro espacio, en otro contexto y formato. Y será bueno que haya nacido aquí la semilla, en este lugar en el que algunos se atreven a leerme, y por esos algunos que creo me leen es que me sincero, a ellos les digo que siento mucho no poder seguir con la novela, lo siento si los defraudé en sus expectativas, serán otras historias las que iré tejiendo.
Lo mejor de la experiencia es que lo hice, le puse garra y esfuerzo y cuando vi que ya tenía visos de tortura, entendí por dónde venía la mano, dije basta, sigamos por donde veníamos y no dejemos que la mala racha borre el camino recorrido.

Así que acá estoy, volviendo a empezar, como la vida misma,  un continuo comenzar, como la primavera espero brotar y dar buenos frutos después de la poda……

jueves, 27 de agosto de 2015

Novela semanal, HISTORIA DE LAS MUJERES DE MI FAMILIA, Cap 4 : VALQUIRIA

Capitulo 4: Valquiria

La noche ha caído sobre la ciudad, Valquiria está en el aeropuerto, mira por el ventanal interminable el horizonte del mar, los árboles se mecen al viento, alumbrados por las luces amarillas de las farolas de calle, parecen cabelleras desmechadas que se hamacan acompasadas, pelos escasos y largos de cabezas huecas.
Espera tomar el último avión que la llevará de nuevo a casa. ¿A su casa de verdad?  A esa ciudad metida en un valle, inhóspita tantas veces, cerril y salvaje otras, ¿allí esta su casa?
El cansancio del día, el ajetreo de la gran ciudad, y ahora este momento a solas, un impasse. Se plantea esa loca pregunta, sacude la cabeza e intenta alejarla. Al mover la cabeza su pelo rojo oscuro, pesado y abundante se suelta, un hombre la mira asombrado, cautivado por la luz y el movimiento de un cabello tan llamativo y no tarda en quedar boquiabierto cuando descubre la belleza de Valquiria, su cara perfecta, proporcionada, sus ojos verdes, sus cejas oscuras, su sonrisa electrizante, no puede dejar de mirarla. Ella ya conoce esas reacciones, está acostumbrada, abre su computadora para evitar cualquier acercamiento ya que hoy no tiene ganas de seducir, ni de hablar, hoy quiere estar sola.
Valquiria es sobrina directa de Alcira, hija de Josefa su hermana, la niña pequeña y mimada de Agapito y Tía Elsa. Josefa es una madre afectuosa y dulce, que ha recibido tanto afecto por que no conoció a su madre que sabe darlo a diestra y siniestra, Y Valquiria goza, a veces,  de ese afecto abundante e incondicional de su madre. Son dos polos opuestos, Valquiria sacó los colores de su padre y la belleza mítica de la familia de su madre, aunque ésta no se destaca como sus tías o hermana, Josefa es agradable, su hija es deslumbrante, de esas que quitan el aliento y lo fue ya desde bebe.
Josefa salía por la calle con su cochecito y la bebe de pelos refulgentes, enormes ojos verde menta y la gente la paraba en la calle, solo se oían exclamaciones de admiración, así que para Valquiria la admiración no es novedad, la falta de ella sí.
Pisando los 30 de a poco va entendiendo que su gran belleza y magnetismo le han abierto innumerables puertas, en su trabajo como Economista en una consultora, en sus viajes, al conocer gente, su vida social tan activa, la cantidad de hombres y mujeres que quieren estar con ella, tocarla o solo mirarla. Ha comprobado que su inteligencia siempre queda en segundo plano, y esa es una secreta espina en el orgullo, por eso se esfuerza por aprender, leer y estar al día en su carrera, amén de que explota con esa misma inteligencia su belleza a favor y ventaja.
En realidad esta vez no quiere volver a casa, a su pequeño departamento, luminoso y acogedor, su refugio, su puerto seguro. Hay otro puerto más grande, más seguro, que excede cualquier amor o abrazo, y es la casa de Tía Elsa, su tía abuela. Hoy su madre la llamó y le contó que Elsa está decayendo muy rápido, que pidió verlas a las dos, que por favor se apure. Esa noticia la tuvo todo el día ansiosa, se peleó con todos en la oficina y salió dando portazos rumbo al aeropuerto.
No quiere aceptar que Elsa se puede ir, se va a ir, y pronto, es una inmadurez de su parte y lo sabe, pero hay algo muy fuerte que le impide crecer en ese aspecto.
Elsa es especial, es más que su madre, es La madre, ya que ha sido a la vez madre de Josefa y ella, para Valquiria la fuerte, la adulta, la seguridad fue Elsa, su madre es el amor, los mimos, la admiración, los no limites, su madre es como todos los demás, ha caído en su hechizo, Elsa no, Elsa la ha visto tal cual es, Elsa le ha advertido de su egoísmo, ve sus intenciones, Elsa sabe cuándo es ella, y cuando se vale de sus encantos para conseguir lo que quiere, ha descubierto su secreto de gran manipuladora, la llama la titiritera.
Como una flecha se le clavó en el corazón la palabra Titiritera, esa palabra de la que se reía pensando que era parte de las gracias de Elsa, de golpe así como un porrazo desprevenido la sutil ironía de su vieja tía le dolió infinito. Se sintió vacía, descubierta, desprotegida.
Ha usado y abusado de su magnetismo para manejar a su antojo a cuanto ser humano se le cruzó por la vida, con su modo dulce y seductor, con su indescriptible belleza, y su inteligencia se las ha ingeniado para imponer su absoluta voluntad, y cuando eso no sucede se da media vuelta y cambia de rumbo en busca de satisfacer su deseo en otros lados, con otras gentes.
La idea de la muerte la aterra, no la entiende, no la acepta, su belleza es incapaz de frenarla, esta impotente ante ella, la siente un enemigo, su razón le dice que ni ose enfrentarla, pero su vanidad se le ha plantado de frente y la increpa pidiendo por la vida de Elsa, ya que ella no quiere ni puede vivir así,  sabiendo que Elsa no estará. La muerte se le ríe en la cara, se mofa de ella y le tira por la cabeza imágenes impensadas. Ve a Elsa esperando al lado del teléfono una llamada suya, que nunca llega, la ve asomada a su ventana esperando su visita ya que sabe está en la ciudad y ella no paso a verla, está tomando un trago en un bar muy pituco con un joven atractivo que sonríe de puro gusto, y así una tras otra las escenas azotan, lastiman, avergüenzan,
Sacude la cabeza de nuevo, tan fuerte que el señor que la miraba admirado aprovecha para preguntarle si está bien, y cae en la realidad del aeropuerto.
El altavoz anuncia el embarque de su vuelo, parte con su escaso equipaje rumbo a su casa, a ver a Tía Elsa, y esta vez quiere llegar, no quiere que la espere más.
La Parca sigilosa ha infiltrado en su corazón el remordimiento, la pequeña conciencia de que hay seres humanos que también necesitan de ella, y no solo están para servirla, adularla y satisfacerla. No es cómoda esa nueva conciencia, molesta, aprieta como zapato chico.

|

lunes, 17 de agosto de 2015

Novela corta: Historia de las Mujeres de mi Familia, Capitulo 3: ALCIRA

Alcira. Calmada, despaciosa, esta mujer de color miel de caña, se expande por la vida, lenta, abarcando espacios sin llamar la atención, y cuando te das cuentas has caído en su embrujo dulce.
Alcira está en su casa, es la hora de la siesta, siente esa modorra placentera que da después de un feliz almuerzo, y para ella el feliz almuerzo es aquel que comparte con sus 4 hijas mujeres, donde están todas juntas, charlando distendidas y contando sus cosas.
Para ella que ha tenido solo una hermana, Josefa, varios años más joven, compartir con tantas mujeres la sorprende y agrada. Josefa y ella son hijas de Agapito, el único hermano varón de Tía Elsa, o sea, un señor de lo más mimado por su madre y hermanas y sobre todo la tía Elsa, quien veló por sus hijas cuando este quedó viudo joven. Por lo tanto en esta saga familiar, la Tía Elsa abrió sus alas de gallina clueca y acogió a sus dos sobrinas en su maternidad prestada.
Alcira y Josefa son hermanas, no son amigas, no han tenido tiempos para compartir, ya que hay 7 años de diferencia,  cuando una salía a la vida la otra salía de la casa paterna. Alcira no extraña a Josefa, ella tiene sus amigas del alma que han sido más familia que su hermana a lo largo de los años.
Dentro de pocos días será el 8 aniversario de la muerte de Enrique, su marido, y eso ya le empieza a picar en los ojos, en la risa, en el corazón. Y para colmo de males él tuvo la mala idea de morirse solo 7 antes de su cumpleaños, encargándose de dejarle el sabor amargo de su ausencia cuando ella festeja los años que él no tendrá.
Aparentemente lleva su viudez con dignidad, alegría, aceptación, jamás una muestra de tristeza desmesurada, nunca un bajón notorio, siempre con la cabeza alta, sosteniendo esa placida y dulce sonrisa con que cautiva a todos.
Va a cumplir 57 años, enviudó a los 49,  tiene 4 hijas de 32, 29, 25 y 18 años, y a veces se pregunta ¿cómo pasó todo eso?
Se casó tan Joven, a los 23 años, su hija mayor tardó un tiempo en llegar, y ella la esperaba con ansias, y de ahí en más su vida fue de hijas, casa y marido, en ese orden y prioridad. Sabe que hoy se arrepiente, que el vacío, el dolor y a veces la rabia que siente por la muerte de Enrique la desconciertan.
Nunca fue como su prima mayor Amanda, si bien su color caramelo oscuro, sus ojos negros enormes y su boca carnosa eran sus distintivos de belleza, y se supo siempre bella, no fue independiente, aventurera o autosuficiente, Tía Elsa y Don Agapito velaban por ella y después su marido, al tiempo que ella velaba por sus hijas. Así estaba todo acomodado, encadenado, todo tenía un orden y estaba establecido. Y de pronto, sin decir aguas va, Enrique se cae duro, víctima de un paro cardíaco inesperado en un restaurante un día cualquiera.
Ya van a ser 8 años, 8 años en los que sobrevive, en los que la rabia la va carcomiendo, minando sus diques, sus compuertas están a punto de reventar de tanta lágrima guardada. Sus hijas la han visto llorar solo dos veces y se asustaron tanto que ella se juró no volver a hacerlo, aunque a veces piensa que si llorara más seguido tal vez se acostumbran y ella puede descargar en paz, pero esa idea es subversiva, sería un egoísmo de su parte preocupar a otros con sus penas, para eso tiene su almohada en su cama sola cada noche.
Quedar viuda a los 49 años la dejó dando vueltas como trompo hasta que la realidad la frenó de un cachetazo puro y duro. Las cuentas por pagar, cargar nafta al auto, comprar zapatos a las chicas, impuestos, comida, abogados, bancos, herencias, parientes, etc., etc., etc. Enrique era profesor de Química en la Universidad, tenía un buen sueldo, vivían bien, ella nunca trabajó fuera de su casa, recibía cada mes una suma de dinero para pagar la comida, la mucama y sus gastos, del resto, de todo se ocupaba él. Nunca pagó un impuesto, jamás fue al banco, ni pagó la cuota del colegio de sus hijas, no sabía ni quería saber de qué se trataba. El aprendizaje posterior fue violento, la tomo de los pelos y la zarandeó a punta de realidad hasta que logro entender de qué iba la mano.
Así, pudo ver que la pensión de Enrique era menos que su sueldo, que la mucama se debía ir, que las chicas en la universidad tenían que bajar gastos y trabajar, ella misma buscar un ingreso extra. La luz y el agua si no se pagan en término los cortan, las tarjetas de créditos se hacen bolas impagables de intereses, la comida debe estar cada día.
Hoy tirada en su cama, amodorrada, sin llegar a dormir, se acuerda y no se cree lo que vivió, de la más absoluta desesperación, impotencia y desconcierto, a ser esta mujer, madura y a punto de ser abuela, con una hija terminando el secundario, con un trabajo de medio día como secretaria en un estudio jurídico, que tiene cuenta propia en el banco, que maneja su dinero y el de sus hijas solteras, que salió de una nube de algodón rosa y aterrizo en la calle de la vida de rodillas y sin protección, y pudo, salió adelante, no se endeudo más, pagó todas las tarjetas, mando a la universidad a las chicas, casó a la mayor, mantuvo su casa, su auto, logró conservar lo que Enrique había construido, y sí, estaba bueno, debía sentirse orgullosa, es un gran mérito, y las palabras oídas a otros le sonaban en la cabeza, a huecas.
El enojo acechante, se coló hoy en sus defensas, dijo basta y se le plantó a la cara, hoy el enojo se vistió de ira roja y furia, quiere gritar, patear, pegar a alguien. ¡¡¡Es todo tan injusto!!!, ella no eligió nada de lo que vivió, nadie la preparó, nadie le advirtió, y menos que nadie Enrique. El la dejó sola, abandonada, indefensa y se fué, llevándose todo lo conocido, su seguridad y contención, el amor, el cobijo, los abrazos, sexo, caricias, amistad, confort, despreocupación. Se siente estafada, siente que la dejaron desnuda en la calle sin un mísero trapo con que taparse. Su padre no le enseñó una mierda de la vida, la mimo y la consintió, la Tía Elsa estaba para hacerle las cosas, para abrazarla, cuidarla, pero no para vivir por ella.¿¿Por qué nadie la preparo?? ¿¿Por qué nadie le aviso que la vida era tan cruel, tan sola??
Se le quiebra el llanto en la garganta, ya no puede impedir que salga, es un torrente de fuerza violenta, de años de no ver, de no dejar salir, y llora con miedo al principio, con sollozos contenidos, va tomando valor, lo deja estallar. Un sinfín de emociones no catalogadas, emociones presas en mil prejuicios y normas, explótan y se llevan puesto de sombrero a cada uno de ellos, y siguen saliendo, y saliendo y queda exhausta hasta que se duerme.
Y soñó. Soñó que estaba en el banco de una plaza, sentada tomando sol, y viene Enrique caminado, igual a cuando se fue, solo que ella está más vieja, se sienta a su lado y quiere tomarla de la mano, no lo deja, él se sorprende, y le dice: - ¿que te pasa?
-¡¿Que qué me pasa?! ¡¡Te moriste y me dejaste sola!! ¡¡Eso me pasa!! ¿Te parece poco?
- No me avisaste, ni una pista me diste, ¿te creíste omnipotente, o qué? ¿O te gustaba que yo dependiera de vos? ¿Eso te hacía sentir importante? Y yo, qué pelotuda, estaba tan cómoda, todo era perfecto, y era una mierda, porqué te fuiste y se cayó todo, se hizo pedazos mi vida, eso, ¡¡¡ nada más!!! Todo eras vos, mi vida eras vos, te fuiste y te llevaste un pedazo vital, me dejaste vacía, sola, y con un trabajo del que no tenía idea.   ¡¡¡ Ni a pagar la luz me enseñaste!!!
Enrique la mira sorprendido, dolido,- ¿ pero por que me decís todo esto? Vos nunca te preocupaste por eso, me lo dejaste todo a mí. Si había que ir al banco, no podías porque era la hora de cocinar, o las compras, o las niñas, o la ropa, o lo que carajo haya sido, si había que arreglar algo, teléfono y Enrique salía pitando a buscar al plomero, ni eras capaz de hacerlo vos, y yo pensé que no podías, asumí que no podías e hice todo lo que pude y vos no y ¡¡¡mira!!! ¡¡¡Sí podías!!!!, y ¡¡¡cómo podías!!!! En realidad,¿ quién engañó a quién? Me pasé todos los años cargándote sobre mis hombros, trabajando para hacer todo lo que no podías, y un día mi corazón reventó, de cansancio y soledad, vos me abandonaste primero a mí,  te paraste en tu cómoda postura de madre y ama de casa, con hijas chicas, o adolescentes o grandes, y siempre había una prioridad antes que yo, o las responsabilidades compartidas, el mundo tuyo era idílico a mi costa, ¿¿no lo ves?? Yo era simplemente quien hacia posible que vos seas esa madre abnegada, que tu casa esté perfecta, que cumplas con tus obligaciones sociales, que seas la imagen perfecta de lo que vos ideaste, y no pude más con eso, y ahora desde este lugar de distancia me arrepiento de no haberte cacheteado antes, me inmolé tontamente, para que encima me putees ahora enojada, cuando podríamos estar hoy los dos juntos, compartiendo la vida, y no yo muerto y vos enojada y sola. ¡¡Y lo que más bronca me da es que has podido con todo y mas y sola!! Con la luz y el plomero, con las cuentas y las deudas, y ¡¡ encima estas trabajando!!! ¿¿Te das cuenta de cuan egoísta fuiste conmigo??, no me diste nada, te guardaste lo mejor de vos para cuando yo no estuve, me engañaste, me hiciste creer que eras una mujer vulnerable, que apenas entendía la vida y sus cosas, que había que protegerte, que sola no podías con nada, que no valías sin mí a tu lado, y yo lo creí, lo compré y lo viví. Y ¡¡¡un Carajo!!!, sos una leona que salió a pelear al mundo por sus hijas, que pensó y optimizo cada ventaja que tenías, saliste a trabajar, llevaste las cuentas, la economía de la familia siguió su curso, no perdiste mi patrimonio, sos independiente, tienes una vida fuera de la casa, hablas de otros temas, hasta has empezado a leer, y a mí no me diste nada de eso, no Alcira, a quien estafaron fue a mí, y ahora te dejo, con esta contradicción en el alma, feliz y aliviado de saber que no te hago falta y triste por todo lo que no fuimos capaces de darnos, vos no me diste tu fuerza y yo no te compartí responsabilidad. A la larga estamos a mando cada uno perdió algo y gano un poco, yo paz y gloria, vos fuerza y vida.
Un timbre de teléfono la fue trayendo del parque a la realidad de su cama sola. ¿Qué fue eso? Estuvo recién con Enrique, aun siente su olor, ella lo tuvo al lado, tan cerca y tan lejos. Las brumas van dejando paso a la coherencia, sabe que lo soñado fue real,  tan real que duele, asusta, un peso denso. Se despeja, el enojo se esfuma, pone todo en otro lugar, las estructuras están quebradas, corridas, hay tristeza, arrepentimiento, sensación de pérdida irreparable y a la vez un alivio inexplicable se asoma, surge una luz en un extremo donde nunca fue capaz de mirar siquiera……, y el teléfono no para, hay que atender.
Es Amanda, que pase por lo de la tía Elsa que la quiere ver……

 TC, agosto 2015






jueves, 6 de agosto de 2015

ESPECIAL: CELEBRO Y FESTEJO ESTE TAN ESPECIAL 1 ANIVERSARIO EN EL MUNDO VIRTUAL




    Así me siento, llena de fuegos artificiales en el alma, la sangre me bulle en miles de colores luminosos que se esparcen dándome esta alegría.
Si, un año de vida de este Blogg, un año de vida de Trudi Caceres en el cyber espacio, y he sobrevivido!!!.
Lo que empezó cómo un tímido asomarme al mundo hoy ocupa una importante parte de mi vida, le dedico tiempo, cultivo en este espacio el don de la escritura, mi imaginación encuentra un cauce, mi creatividad se desborda en historias aprendidas, leídas, inventadas. Pero por sobre todo, mi alma empieza a expandirse, me voy animando a expresar, a sacar nudos del alma, a desatarlos mientras desato historias, de a poco me animo a confiar mis ideas, valores, errores y aciertos, de a pasitos cortos, voy desentrañando para mi misma el alboroto de ideas que me dan vueltas.

Si, un año después, 39 entradas, 7.895 visitas en google + , 6 seguidores, y 1.206 visitas en Bloogger.com, me dejan sorprendida, en realidad no se bien que significan esos esos números, me suenan a muchos, me alegra pensar que alguien me leyó, es un aliciente, no lo voy a negar, sean reales o no, me hace bien saber que no escribo al aire, en mí la necesidad de compartir estas palabras es un impulso tan fuerte que he vencido mis inseguridades, miedos, bloqueos mentales, que dirán y mas.

Sí quiero agradecer a aquellos que sí se me han leído, que su presencia de alguna manera se hizo material, me han alentado, me han corregido, y ayudan a que pueda escribir mejor, mas claro y expresar correctamente lo que siento.
Gracias!!!
Me dan ganas de cantar " GRACIAS A LA VIDA QUE ME HA DADO TANTO"...... me dio dos manos para escribir, imaginación para pensar y este espacio accesible para comunicar!!!!! 
Bueno, no quiero explayarme, quiero celebrar el 1° año de vida de un sueño que se concreta, lo atesoro en mi corazón, es mi logro y necesito apropiarme de el y festejarlo y celebrarlo con ustedes!!

Adelante Trudi!!!! ;-)


















miércoles, 29 de julio de 2015

Novela Corta, entrega semanal : Historia de las mujeres de mi familia. Cap 2: Amanda

Capitulo 2: Amanda

Atardece, el sol se ha puesto, el aire brilla dorado con las últimas luces. Amanda llega a su casa, ha tenido un día cansado, mucho trajín, el ruido de la ciudad últimamente la aturde.
Se para frente a la gran ventana de su casa y mira absorta unos minutos hacia el poniente, buscando calmar en el silencio de su espacio sagrado las miles de voces que resuenan en su mente.
Amanda es hija de Nuria, la única hermana mujer de tía Elsa. Amanda fue la mimada, el juguete con que la tía Elsa experimentó una maternidad compartida, a veces robada a su hermana mayor. Nuria es una figura que se desvanece en la memoria de Amanda, sí, fue su madre, ella la parió, pero quien la cuidó, la arropó, la educó, la mimó y lanzó al mundo fue su tía Elsa, su madre vivía en otro mundo, era lejana y fría, con el paso de los años la figura de ella se fue esfumando y para Amanda madre se volvió sinónimo de Elsa.
Hoy por primera vez Amanda debe admitir que se siente cansada, vieja y sola, ha cumplido 70 años hace poco, llegó hasta este punto de su vida con esa vitalidad increíble heredada de la familia de su madre, fue envejeciendo casi sin sentirlo.
Su trabajo ayudó a poder seguir activa cuando muchos ya habían optado por el retiro años antes. Ella es crítica de teatro, una carrera que la eligió a ella, no la busco, se le fue dando con el correr de los años.
El mundo en el que Amanda creció no dejaba espacio para una mujer independiente, inteligente y bellísima, si bien se le perdonaba todo en aras de esa belleza casi mítica, se fue apenas pudo de ese mundo pacato y conservador que la agobiaba. Con la excusa de estudiar letras en una universidad de la capital, partió rauda y aventurera a explorar ese mundo maravilloso que existía fuera de las montañas de su ciudad natal.
Y contra los malos pronósticos familiares y sociales, se llevó el mundo puesto, tenía todos los dones y cultivó de la mejor manera sus herramientas, inteligencia y belleza. De su carrera de letras eligió el teatro, y allí se convirtió en una crítica reputada a nivel internacional, disputada por revistas, diarios y canales de TV de las principales ciudades del mundo. Por eso había viajado tanto, conocido tanta y tanta gente, había visto el mundo, lo había saboreado, sentido, se había hartado de él.
Un día, cuando cumplió 60 años, empezó a notar con horror que su belleza estaba declinando, nunca se había parado a pensar en ello, dio por sentado que si a los 59 todavía tenía una piel tersa casi sin arrugas, su pelo aun brillaba dorado y abundante, su figura alta y esbelta, fibrosa y atlética seguía estando ahí, un poco menos tersa, menos suave, pero fresca aun, que paso a los 60?, como podía ser que su propio cuerpo la traicionara de esa manera, el espejo ya no devolvía una imagen lozana, había una mujer de 60 años que la miraba asustada y esa no era ella, o al menos no se reconocía.
Fue una dura etapa, fue difícil aceptar así de pronto la caducidad de la vida, empezar a oler el fin de una etapa, planear su retiro, una gran angustia envolvía sus horas de soledad, y quiso quemar sus últimos cartuchos saliendo con hombres más jóvenes, mozos de 40, hasta de 30, que se sentían halagados por esta mujer hermosa, brillante, que los divertía, enloquecía y los dejaba antes de que se dieran cuenta de que se podía enamorar. En resumidas cuentas, Amanda hizo lo que hizo siempre, huyó cuando atisbaba que podía enamorarse, era tal su horror a amar que llego así, a los 70 años, con una larga, larguísima lista de corazones rotos tras ella, y sola, muy sola.
Hoy, parada frente a su ventana, a su vida, ve ponerse el sol, no solo tras sus cerros amados, sino tras su propia vida. Elsa, su tía Elsa, está mal, ella sabe que está muriendo, que no le queda mucho, y eso la aterra, porque si Elsa se va ella caerá en un abismo, ella no tendrá esa madre, esa contención arriba, será ella quien deba ocupar su lugar en el árbol de la vida, será la última de los vivos, la próxima en morir, y no está lista para irse todavía, no quiere, no puede, algo le queda pendiente y no sabe que es.
Dejar su trabajo, volver a su ciudad natal, no fue fácil, le llevo 10 año poder acomodarse y vivir eso, aun no está bien, esta desacompasada, no encuentra su eje, su vida era para ella, por ella, de ella, siempre hubo gente girando a su alrededor, aduladores, trabajadores y amantes, nadie desinteresado, todos sacaban alguna ventaja de ella, y lo sabía y lo dejaba ser, le gustaba sentirse poderosa.
Ahora, en su nueva vida, con su casa puesta y andando, ya no hay obreros ni albañiles ni carpinteros ni plomeros dando vueltas. Ahora su vida transcurre en función de su casa y un taller literario para escritores nóveles de obras de teatro y sigue escribiendo reseñas para algunas revistas y el periódico local, y hay días en los que da vueltas por la ciudad, buscando algo que no sabe que es, llega como hoy agotada, vacía, sola. Como nunca su soledad le pesa, y hoy le pesa más porque la cercanía de la muerte la tiene aterrada, no está sabiendo cómo vivir los 70 años que la vida le está dando, por eso la cercanía de la muerte la saca de quicio, la asusta.
Se da una ducha caliente, pone a hervir unas verduras y se enchufa en su televisor con cualquier serie tonta, no quiere pensar, mañana ira a ver a Elsa, necesita toda su fuerza, quiere estar entera, no quiere que Elsa se dé cuenta de su estado. Simplemente mañana será otro día.


miércoles, 22 de julio de 2015

Novela corta, entrega semanal, PREFACIO parte 2 HISTORIA DE LAS MUJERES DE MI FAMILIA, La Tia Elsa

Continuando con el Prefacio de HISTORIA DE LAS MUJERES DE MI FAMILIA, acá va la segunda parte de " la Tia Elsa", que ya publiqué con anterioridad, y que para dar hilación a mi historia necesito volver a contar....

Pues, la sorpresa no me deja, Dijo Alcira, no solo no esperaba estas confesiones, y menos de ustedes dos. Como ven mi vida ha sido sencilla, mi marido, fue el único hombre a quien tuve cerca, solo hijas mujeres, mi mundo fue muy femenino, diría Enrique. El fue un compañero, un amigo, un confidente, pero  tenía un mundo al que yo no accedía, el abarcaba todo el mío, pero nunca me pregunté que había en su mundo, yo viví cómoda y feliz en el mío, hasta que él se fué. Me ha costado estos 7 años acostumbrarme a vivir sin él, lo extraño cada noche al acostarme y sentir mi cama fría, cada mañana al despertar y no tener su mano en la mía. Me falta un pedazo, me siento incompleta, sobrevivo, si bien hay momentos en los que llego casi a ser feliz, Enrique era yo, pero recién comprendo por que este vacío no se llena, por que yo no era Enrique, él pudo comprenderme, yo me quede en el camino, no pude crecer con el, seguirlo, el me seguía a mi y tenia su vida propia, su mundo paralelo, crecía en el, yo no, y había una brecha, pero solo por que el me quiso mucho, yo no note la zanja, él si. Y ahora más que nunca lo quiero y lo extraño insoportablemente, ahora que comprendo cuanto mas me quiso. Las lagrimas no la dejaron seguir hablando, y Alcira se hecho a llorar en el regazo de Tía Elsa, como una niña pequeña.
Todas suspiramos, el estado de sorpresa no nos dejaba,  aparecía la necesidad de hablar, de confesar ante nosotras mismas toda la verdad, y solo la verdad.
Sin perder el dominio sobre si misma, pero emocionada, hablo Valquiria, la belleza joven y despampanante de la familia, He de reconocer que nunca me esperaba esto, y que jamás volverán a oír lo que diré, he aprendido a sobrevivir a la envidia y los celos de las mujeres y a la lujuria de los hombres, y solo lo consigo siendo excesivamente yo, a fuerza de egoísmo protector y a veces destructor. Las mujeres me admiran o me odian, no tengo pares, solo con dos personas he sido yo, con Elsa, y con mi confesor, con Elsa por que ella nunca fue competencia, y mi confesor por que sus votos de castidad lo protegen de mi lujuria.
Los hombres siempre me amaron, ninguno fue indiferente a mis encantos, ninguno tuvo secretos para mi, tarde o tempranos caen rendidos, pero me cansan, es siempre el mismo juego, todos me complacen, y eso me hastía, tal vez mi problema es que los comprendo demasiado, y su debilidad ante mi fuerza femenina termina por cansarme.
No he tenido verdaderas amigas, no soporto una pizca de competencia y tampoco esa admiración de las menos dotadas.
Soy cruel, y pago un alto precio, estoy sola, me quedaré sola, pero no sé vivir de otra manera, no creo que haya otra manera, estoy atrapada dentro de mi misma.
Silencio.
Como, todas saben, mi vida no fue fácil, me casé joven, ilusionada, irresponsable, nunca me imagine que el matrimonio seria un infierno, jamás, era todo tan lindo en mi vida, la ilusión de un vestido blanco, la cara un poquito envidiosa de mis amigas,  la fiesta perfecta al detalle, un viaje de bodas a Europa, qué mas había?, qué más se podía pedir?,  un novio buen mozo y simpático. Y así me fue, de narices al suelo, la realidad me cacheteo malamente, nadie me había preparado para eso,  solo el consuelo de llorar con Elsa me permitió juntar fuerzas y crecer, tomar una decisión. Jorge, fue un monstruo, los otros que conocí, eran niños, me divertían, pero con Jorge me case y fui infeliz, no es que no lo comprendiese, es que era un vago, jugador empedernido, mujeriego, irresponsable, encantador y fascinante, y en ese doble juego, se llevo mis mejores años, la poca belleza que tuve, mi alegría, pero por suerte no mi voluntad, así pude dejarlo, y empezar una nueva vida, hoy se que fuí valiente, o inconsciente, pero creo que fue menos duro salir sola adelante con 2 chicos que vivir un infierno cada día, y salí, y aquí estoy, con 40 años, dos hijos sanos y lindos, buenos, y enamorada de vuelta, con miedo, como una adolescente,  ilusionada, y espero que esta vez sea mejor, me lo merezco. 
Sí, creo que sí, dije con fuerza, tomando la mano de Lucrecia y dándole palmadas de aliento y aprobación. Saben, creo que para mi los hombres fueron un enigma, una dicotomía, siempre tuve muy buenos amigos, eran mi placer y mi solaz, pero nunca fueron mas que eso, era una comprensión intelectual, cariñosa, asexuada, así lo comprendía y lo aceptaba, si querían una noche de pasión o una chica para bailar, yo no nunca fui ni la elegida ni la indicada, pero si la confidente de las noches de jerga o de lagrimas. Ellos se quedaron, yo me fui, crecí, y fui la chica con que todos querían bailar, la que querían tocar, con quien querían estar, y me asuste de ser esa otra parte, sexuada y emocional, que me había negado, o me habían negado. Pero ya fueron otros amigos, otros lugares, y no volví a tener esos amigo confidentes, casi ángeles. Y a veces los he extrañado. Hoy, encontré un equilibrio, me enamoré de un amigo, y él de mi!!!, y estamos construyendo algo nuevo para los dos, no sé que será, solo sé que es bueno estar con él, que cuando no lo comprendo el amor llena ese hueco y lo colma.
Es gracioso, dijo Felisa, tengo 23 años, y es como si fuera un poquito de cada una, podría decir de mi que soy normal, equilibrada, nada de mas ni de menos, ni fea ni linda, agradable, salí siempre con el normal del grupo, nunca ni con el ídolo ni con el plomo, me he divertido, he conocido gente, ya casi termino mis estudios, pero se que hasta ahora ningún hombre me ha fascinado, ninguno me ha intrigado, a ninguno he amado locamente, y espero eso, no quiero un amor neutro como todo en mi vida, no puedo resignarme a que siempre estaré en el medio, no sé como lograr eso, pero un día lo descubriré y conquistaré al esplendido, y no dejaré que siga en mi vida esta luz de atardecer, será una mañana de sol. Y espero descubrirlo antes de los 99, pues tal vez sea que no comprendo a los hombres esplendidos, o ellos no me comprenden a mí.
La tía Elsa suspiró, y dijo con voz bajita, "no dejé espacio para que el amor me llegara"............ y murió.

T.C. Febrero 2001
                                   

           Estoy ahora en FACEBOOK,
 https://www.facebook.com/pages/Trudi-Caceres/1419549525021865?skip_nax_wizard=true&ref_type=bookmark
                       

viernes, 17 de julio de 2015

Novela corta, entrega semanal, PREFACIO; historia de las mujeres de mi familia, Capitulo 0, LA TIA ELSA parte 1

En este experimento de escribir una novela corta, voy aprendiendo con la ayuda de mis lectores, así que para que la historia que esta en mi cabeza tenga sentido, este es el nudo de la historia, la vida de Elsa y sus mujeres, para que todo tenga mas sentido se las paso de nuevo, y de a poco iré desarrollando cada una de las historias que tejen esta trama.....


Cuando mi tía Elsa cumplió 95 años, decidió que eran ya suficientes vividos en pie, así que se metió en la cama y salió, como dijo, con los pies en alto y para adelante.
Elsa era una mujer pequeñita de tamaño, pero era sola apariencia, tal vez solo para esconder a tamaña mujer hacia falta ese pequeño cuerpo.
Desde de los 20 años su pelo fue blanco, y le daba un aire de hada madrina y duende travieso, que conservó hasta la tumba.
Sus manos y sus pies pequeños nunca estaban quietos, iba y venia de aquí para allá, cosiendo, tejiendo, llevando, trayendo, armando o desarmando, y no solo telas o lanas o cosas, sino hijos, vidas, romances, juegos, fiestas, acontecimientos, gentes y gentes y mas gentes.
Creo que ella no se casó por que nunca estuvo demasiado tiempo quieta para que algún pretendiente pudiera atraparla, su actividad era increíble, imposible de seguir, hasta parecía estar en dos partes al mismo tiempo.
La tía Elsa era un prodigio, sabía todo, arreglaba todo, todos dependíamos en más o en menos de ella.
Si los niños de la casa se lastimaban, ella sacaba sus vendas blancas, de sabanas viejas, fuerte mertiolate y con dulzura y celeridad curaba raspones y lastimaduras. Si alguna pena atacaba el corazón de alguien, se veía a Elsa y a la victima, caminando rapidito por alguna de las galerías de la casona vieja de mi abuelo, llevada casi a la rastra para seguir sus apurados pasitos. Y siempre se salía de esa maratón mas tranquilo aunque sea por haber echado una carrerita y gastado energías.
Si se trataba de penas de amor, era una experta, tenia la palabra justa, si eran los hijos, ella sabia que les pasaba, pues si los padres la consultaban, los niños habían pasado primero, contado sus cuitas y salidos dulces de caramelos.
Dirigía la casa de su hermano, mi abuelo, ya que mi abuela murió dejando 12 hijos a cargo de ella.
Pero un día la ráfaga decidió que ya era suficiente, y fue así, de un día a otro, sin previo aviso, ni señal de cansancio, solo que 95 años eran suficientes para vivir de pie.
Y se instalo, en la habitación que da a la calle, cerca de la puerta de entrada, así las visitas, no molestaban al resto de la casa. Se hizo traer una enorme cama de caoba oscura, alta cabecera densamente labrada, con frutas y dragones y terminada en unas espesas bolas lisas. Puso las sabanas blancas de hilo que había guardado desde su juventud, pensando en un posible ajuar, como cualquier niña de 15 años de principios del siglo pasado y se dió el lujo de usarlas.
Y para rematar puso una impresionante colcha blanca de encaje bordado por ella, le tomo 75 años hacerla, y aun no estaba terminada, pero ya estaba los suficientemente grande para cubrir la gran cama y llegar hasta el piso y seguir bordando y tejiendo el resto metida en cama y cobijada por ella.
Llegamos a la conclusión que nunca dormía, pues nadie la había visto jamás realizar ese trabajo, y era hermoso. Su vida estaba contada en flores y paisajes, líneas y miles de nuditos blancos, puros, finos, bellísimos en esa increíble colcha blanca.
Un día, en el que ella creyó su fin próximo, llamó a las mujeres de la familia, no a todas, que éramos muchas, sino a sus preferidas, nos reunió en su cuarto y nos sentamos todas en su cama, unas acurrucadas a sus pies, otras a su lado, otras en el centro, ya que sus cortas piernitas dejaban amplio espacio. Estaba ella con su pelo blanco, abundante, recogido en su eterno rodete, un camisón de seda color hueso por el tiempo, lleno de diminutas puntillas, y tal ves un poco osado para una anciana de 99 años.
El grupo reunido a su vera, lo comprendíamos, mujeres de 15 a 70, solteras, casadas, esperanzadas, desilusionadas, alegres, tristes, exitosas, frustradas, mujeres viejas y jóvenes, creo que lo único en común que teníamos mas allá de los lazos de sangre era que solo éramos mujeres.
Cuando el alboroto de habernos reunido y puesto al día con las noticias y chismes de la familia terminó, la tía Elsa, alzo su mano derecha, aun vital, llena de pecas y nervuda, con un hermoso anillo de brillantes que se le caía hacia delante en su enflaquecido dedo. Nunca habíamos visto tal joya y nos sorprendimos.
Bueno mis queridas, no tiene que sorprenderlas que las tenga a todas, aquí, bajo mis alas, acurrucadas, como nunca, o como siempre. Pero quiero compartir algo con ustedes, he sido depositaria de sus penas y alegrías, secretos y verdades a voces.
Hoy quiero contarles algo, tal vez a esta edad pueda descubrir el secreto que marco mi vida.
Nunca he entendido a los hombres.
Sí, hijas, si!!No me miren con tal cara de sorpresa y desazón, pues ha sido un enigma para mí.
Las he aconsejado, a todas, y por tres generaciones ya, pero siempre he tenido el temor de dar un mal consejo, ya que nunca pude entender a los hombres, a los varones, a esos peludos grandotes que hacen hijos, y sacan lagrimas de dolor o de alegría a las mujeres. Los he mirado, observado, pero nunca los he comprendido. Las mujeres somos más predecibles, envidiosas por naturaleza, competitivas, celosas, buenas y maternales, leonas y conejas, arañas y avispas, hasta la más buena y dulce es una arpía si le tocan su macho o la cría. Y he pasado todos estos años tratando de vivir sin ellos, tratando de que mi vida sea hermosa, placentera, plena, y hoy con vergüenza debo reconocer que he fallado, hubo un vacío que nunca pude llenar, fui feliz, pero estuve sola, necesité apoyo en la hora de las decisiones, no lo tuve.
Sé que uno es solo, al fondo del alma solo lo conoce Díos, pero el nos creo varón y mujer, solo que a mi se le olvido decirme cual es la receta para comprenderlos.
El silencio se apoderó de nosotras, nos tomamos de las manos, con profunda tristeza, en un ritual casi atávico, para darnos fuerzas mutuamente, ante quien era nuestro sostén, ante quien por primera vez se mostraba débil. Ante nuestra y su debilidad, nos sentimos apaleadas, pequeñas, niñas huérfanas.
Hablo Carmela, la mas joven de nosotras, la que había conocido por primera vez el amor apasionado, fresco y puro, ideal y devastador de los 15 años, Dijo, con miedo, “ nunca me pregunté si a Javier lo entendía, solo lo quise, y aun después que se fué, y el dolor no me abandona, solo me pregunto por qué no me quiso.
La niña aflojo la tensión y permitió a cada una reflexionar sobre su vida, sobre sus amores, sobre su situación actual. La Tía Elsa nos miraba, esperaba una respuesta, no quería morirse sin haber develado el misterio.
Le toco el turno a Amanda, la mayor, la que había vivido mucho y sola, Elsa dijo, me dejas perpleja, siempre admire tu vida, tu dinamismo, tu devota entrega a nosotros, nunca pensé que tenias vida y penas propias, siempre fuiste de la familia, perdóname por nunca pensar que eras tuya también
No se si puedo comprender tu incomprensión a los hombres, para mi siempre fueron ellos los predecibles, y las mujeres impredecibles, me fue mas fácil lidiar con ellos que con ellas, las envidias, los celos, las competencias, me asustaron siempre, y encontré en los hombres refugio, su simplicidad me era fácil y reconocible. Tal vez nunca me casé por que quise a demasiados hombres, o los quise demasiado, no lo sé, viví rodeada de ellos, o tal vez ellos nunca me comprendieron a mi, tan solo les divertía mi audacia, y admiraron mi belleza, no lo sé, simplemte no lo se, viví y ame, así como vino, sin pensar. Hoy a los 70, siento el pesar de no tener hijos, de verme sola, y me arrepiento, pero yo tuve la culpa. El vértigo, mi egoísmo, mi comodidad, mis viajes, mis hombres, mi salud privilegiada y mi belleza, siempre fueron mis enemigas aliadas, hoy lo se, soy yo, no ellos.
Pues, la sorpresa no me deja, Dijo Alcira,.........

continuará-


TC

jueves, 16 de julio de 2015

Novela corta, en capitulos semanales: La Historia de las mujeres de mi familia, cap 1

Dedicado a mi prima C.M.C., quien me dio la idea de escribir esta novela corta acerca de la historia de las mujeres de mi familia, o sea las mujeres de la familia de la tía Elsa, ella fue el centro y eje de sus historias, a ellas y a Elsa, y a todas las Elsas de cada familia, todo mi afecto.

Capítulo 1: Carmela

Volviendo del colegio con su pila de libros a cuestas, charlando con sus amigas de los temas importantes del día, el Pesado de Química que se zafó con una prueba sorpresa, la tarada de Geografía que insiste con mapas hechos a mano cuando hoy en día se imprime de un solo clic cualquier cosa!! Ahhh! y Javier, siempre Javier.
Carmela vuelve del colegio caminando cada día hacia su casa con Josefa y Herminia, las tres viven en la misma línea de calles, así que se acompañan  cada día hasta sus destinos, mientras tanto desgranan sus vidas en esas 10 cuadras que a veces se prolongan en horas sagradas de confidencias adolescentes.
Carmela conoció a Javier en una fiesta de 15 años, era la fiesta de una parienta lejana y tuvo que ir porque su mamá la obligó y ella no se hizo mucho la de rogar, casi no conocía a nadie, pero algo invisible le dio fuerte impulso para querer ir.
Y por algo era nomas, ahí estaba Javier, espléndido, brillante bajo las luces de colores de la pista de baile, alto y moreno, ojos verdes, pestañas espesas y cejas negras muy marcadas, bailaba con ritmo alucinante, bailaba con la dueña de la fiesta, con la mamá y las tías viejas, no tenía problema, el solo bailaba. Lo vio y se le paró el corazón, empezó a temblar, se quedó muda, no podía creer lo que veía, pero por sobre todo, lo que sentía, era como si la tierra se moviera a tropezones.
Carmela había echado el ojo a varios muchachos de su grupo de amigos, pero en realidad ninguno le gustaba lo suficiente como para ser el único, le gustaban todos, y como no quería perder a ninguno coqueteaba y mantenía ese suspenso que la divertía tanto y la hacía tan atractiva.
Estando parada ahí, en la pista de baile, un fogonazo la dejo estaqueada junto a la columna, no se podía mover, no se quería mover, no podía apartar lo ojos de semejante belleza de hombre, y tal sería la fuerza de su mirada que Javier la sintió, y la buscó en la multitud oscura hasta dar con ella, la miró, y Carmela se derritió cual cubito de hielo al sol, sí, se derritió literalmente, sintió que se derramaba toda ella en el suelo,  no podía pensar, estaba electrizada, un rayo le partió el corazón y la dejo muda y sin aliento.
Cuando Javier se acercó para sacarla a bailar, nunca supo cómo accedió, ni que dijo, se dejó llevar, no tenía voluntad , solo el atropellado deseo de bailar con ese adonis que la había , para colmo de felicidad, sacado a bailar a ella, que la había distinguido en medio de una multitud enfervorizada.
Y Bailó, bailó toda la noche, como en los cuentos de hadas hasta gastar los zapatos, hasta que la fiesta se desvaneció, y su corazón quedo perdido y prendido al de Javier.
Javier estaba en el último año del colegio, era dos más grande que Carmela, un tipo inteligente y simpático, buenmozo como pocos, bailarín consagrado, fiestero de alma. Pero por sobre todo era lindo, era hermoso, era un recreo para la vista esa figura colosal de rostro perfecto.
Carmela era hermosa, como se es a los 15 años, fresca e inocente, de mediana estatura, dorada, toda ella, piel y pelos, abundantes rulos dorados, ojos marrones, oscuros, grandes, irradiaba toda ella una magnifica y extraña luz dorada, si alguien tuviera que elegir una sola palabra para describirla, era esa, dorada, la chica dorada, hasta su risa despedía destellos de sol.
Se vieron y se amaron, con la fuerza y la pasión del primer amor, amor adolescente, profundo, lacerante, que te lleva al cielo y en el mismo minuto estas en el infierno, los primeros besos, las primeras sensaciones, descubrir que la piel es mucho más que piel, que es un mar de sensaciones liquidas, que amar no es solo que te gusta, es sentir con cada célula de tu cuerpo, que no podes separar en un beso la sensación de vértigo en la panza y la saciedad del corazón. Es también el amor con miedos, con limites, con mil voces familiares que te dicen, ojo, no beses mucho, no toques mucho, no te dejes llevar por la sangre y es una lucha despiadada por dejarte llevar a lo que sentís y  las voces en tu cabeza que te ponen mil y un frenos.
Carmela y Javier se vieron, se amaron y se ennoviaron, y obvio, era tema de conversación cada día con sus amigas, Carmela fue la primera de las 3 en ponerse de novia, así que era la que ahora tenía la batuta de la experiencia en el contacto íntimo con el sexo opuesto. Sus amigas le tenían un nuevo respeto.
Luego de haber hecho las presentaciones formales a sus padres Carmela llevó a Javier inmediatamente a conocer a la Tía Elsa, era impensado que ella no lo conociera, a sus amigas les daba vergüenza que tuviera que poner a Javier en el incómodo lugar de visitar a una vieja tía bisabuela, para Carmela era de vida o muerte, si la tía Elsa no lo conocía, Javier no existía, no tenía entidad dentro de su familia.
Algo difícil de explicar a extraños era la relación e influencia de la tía Elsa en su vida, era eso, el alma de la familia, el alma femenina, una especie de diosa tutelar que acompañaba ya a la 3° generación, y no todos tenían el privilegio de estar dentro del circulo de favoritas consentidas de la tía Elsa, y Carmela, se había ganado ese lugar por el amor desinteresado que desde bebe tuvo por la viejecita pequeña y luminosa que la tomo en brazos.
Javier conoció a la tía Elsa, cayó rendido a sus pies, la tía Elsa lo miraba con los ojos brillantes, echaba chispas, y no se pudo contener al decirle, pareces una mezcla de torero español con Cary Grant, ay m’hijo sos un buenmozaso!! Y todos soltaron la risa ante el piropo abundante de una persona tan medida y cauta como Elsa.
El amor duró lo que dura el destello de mil fuegos artificiales, o a Javier le duró eso, ya que a los tres meses anunció a Carmela que ya no quería seguir con ella, que tenía que prepararse para los exámenes de ingreso a la facultad y que quería salir con sus amigos y no quería ataduras, ya que era su último tiempo de estudiante secundario quería estar solo.
Oír esas palabras y morir fueron para Carmela sinónimo, no entendía, no podía entenderlo, le estaba diciendo que no la quería? Que se iba? Que la dejaba? Pero, cómo? Si ella lo amaba locamente, no entendía, su cerebro era un pozo oscuro que se chupaba las palabras, se las tragaba, y la tierra se abría poco a poco a sus pies y la succionaba hacia a dentro, se la comía, no se podía mover, no podía reaccionar, no quería, se hubiera tirado a llorar ahí, en la vereda, en la puerta de su casa.
Fué así como Javier se esfumó, dejando un agujero en la vida de Carmela, tan pero tan grande que no pasaba día ni hora en la que no le doliera hasta el pelo cuando recordaba que Javier se había ido, la había dejado.
Solo estar sentada en la cama de Elsa, comiendo bombones y viendo la telenovela de las 3 de la tarde calmaba el lacerado corazón de tierna y dulce adolescente. Elsa con la paciencia y sabiduría de los años, miles de corazones rotos recuperados en su haber, oía la misma historia mil veces, sabiendo que un día Javier seria solo un recuerdo cuando apareciera un Mario, un Francisco o un Eugenio y borrara de un plumazo la sangrante y desgarradora historia de amor de Carmela.
Y así, camino del Colegio a la casa, Carmela iba sanado , recomponiendo, al calor de sus amigas, ese corazón roto, recuperándose de su primer desengaño amoroso, entrado a la vida adulta por la puerta dura, aprendiendo a sobrellevar con dignidad el dolor de amar y no ser correspondida, una dura lección, amarga y adulta, formadora. Un día Carmela valorará amar y ser amada, pero para eso aún faltan muchos años.

Hoy ha recibido un mensaje, su tía Elsa la mandó llamar, está en cama hace mucho tiempo, ella terminara sus cosas e ira a verla, a refugiarse en esa cama algodonosa, a acariciar esas manitos nudosas, cálidas y tiernas, a sentir que es querida y acogida en un lugar especial, sí, hoy verá a su tía Elsa.

jueves, 9 de julio de 2015

El difícil arte de tomar decisiones


No importa cuántos años tengas, tarde o temprano tendrás que aprender a decidir, y si no lo haces la vida te va a llevar puesto como sombrero al viento y atenete a las consecuencias, o le echaras la culpa a los vientos, al ala del sombrero, al barbijo, a tu pelo o la falta de él porque se voló sin saber tu a donde va.
Hoy se me viene a la cabeza este tema porque he visto a dos niñas tener que tomar una decisión difícil, sangrienta, terrible, si se quedaban a dormir en la casa de su padre o volvían a lo de su madre.
Escena uno, domingo a la tarde, día gris y frio, vacaciones de julio, lunes sin clases y la promesa de pasarla bien junto a su padre.
Escena dos, un padre que se duele de pensar en dejarlas ir, y a la vez la tentación de recuperar su espacio de soledad acostumbrado, su tiempo y disponibilidad sin la responsabilidad de dos criaturas, volver a su rutina, o debatirse en el acomodo difícil de tenerlas cada 15 días dos noches a dormir, la elasticidad que a medida que envejece se hace más difícil, la culpa de querer que se vayan y el deseo de que se queden. Y de golpe la conciencia de saber que ellas han de decidir, que ellas pueden decir con quien estar, con el alma estrujada y la sonrisa benévola si eligen irse, con la alegría incomoda de que se queden, y por sobre todo el deseo de tenerlas con él.
Escena tres. Dos niñas. La mayor, cerebral y esquemática, adoradora visceral de su padre, temerosa hasta el extremo de desagradar a alguien y menos que menos a la madre, con la ternura y el miedo envueltos en su corazón semi adolescente, tironeada por la tranquilidad y el confort de lo seguro y conocido, y tentada de pasar un rato más con su adorado papa, con la voz que le dice que ella ha de decidir, sin importar que va a ofender a nadie, habiendo comprendido que sus padres son adultos y van a estar bien con su decisión, y ahora eso: su decisión. La tremenda encrucijada de elegir, el vacío, el precipicio de mirar cara a cara sus sentimientos, esos que han estado siempre tapados por el miedo y la inseguridad, hoy en un día crucial en su crecimiento debe decidir por ella, está sola, nadie la va a guiar y nadie le va a reprochar, solo ella misma si elige mal
Y no sabe qué hacer, los minutos pasan, su padre espera, la hermana menor, ha atendido a sus sentimiento de manera espontánea, no quiere irse, no quiere otro cambio, ya se amoldó al padre, a su casa, a su ritmo, no le cambien el rumbo de nuevo.
Lo que más miedo le da y lo que más desea están ahí al alcance de la mano, debe elegir, que horror!!!! entre el padre y la madre, entre una cama y la otra, entre sus cosas, sus esquemas, su seguridad última, y el amor cálido y esponjoso, tierno y calmante del padre.
Y de golpe sabe que quiere, quiere pasar esa noche con él, y volver al día siguiente temprano con la madre, era solo una noche, no era para siempre, al fin y al cabo podía tener todo lo que quería junto, no era tan grave, o si?