Hay días, como hoy, en los que la sensación de
no haber aprendido nada, me aplasta, como un piano que cae sobre mi alma.
Hace casi 13 años que trabajo con José L. es
un buen trabajador, excelente en su oficio y un artista cuando se suelta y deja
volar su imaginación sobre los materiales que tiene a mano.
José es más que un trabajador para mí, es como
familia, conozco su mundo sus pesares, alegrías, grandezas y miserias, y creo
que sabe otro tanto de mí, hemos trabajado codo a codo largas horas tantos años.
Últimamente viene mal la vida de José. Está
con un problema en el nervio ciático, según los médicos es de tensión y
realmente, tiene motivos para estar nervioso, su vida ha sido caótica y
desordenada este último año con consecuencias policiales y penales inesperadas,
con un buen fin, gracias Dios.
Hace unas tres semanas el dolor del ciático
era intenso, fue al curandero, y nada, así que fuimos a lo de mi médico, quien
le recetó un par de inyecciones antiinflamatorias, y se le paso el dolor.
Ahora
este volvió, y le dije de volver a la inyección y al doctor, y me dijo ni si
ni no.
Vi que andaba cojeando así que esta tarde me
tome la molestia de alcanzarle unos antiinflamatorios que me dió el médico para
aliviarle el dolor, cuando llego a su casa no estaba, no, se había ido al
curandero. Al mismo curandero que la otra vez no le hizo nada y se pasó casi un
mes en un ay de dolor.
Y de pronto me dije, ¿que carajo hago acá?, ¿¿¿¿un sábado
a la tarde, en vez de descansar de una dura semana, trayendo remedios a quien
no solo no me los pidió sino que no los quiere????
Y pues, ¿¿quien esta mal acá?? ¿Yo? ¿O él? ¿Él que
no va al medico como yo creo que tiene que ir? O ¿yo que quiero ayudar a quien
no me lo pide o que necesita una ayuda que yo no puedo dar?
Aceptación, aceptar, ¿¿acepto?? Eso empezó a
sonar en mi cabeza, en medio del llanto que quería salir y yo no dejaba, en
medio de mi frustración al pensar que el lunes no trabajará y estará con dolor
y yo estaré buscando medico para que lo cure Y el
martes tendré una cara larga por que no tendrá plata suficiente por que no
habrá trabajado?. Por que no quiso oírme el sábado???
Aceptación, volví a repetir, volví a mascar
esa palabra, intenté digerirla y me sabía áspera.
Aceptar, ¿que el curandero es más importante que
lo que yo piense o diga?, ¿aceptar que no debo solucionar ni ayudar a quien no me
lo pide? O ¿ solo debo dar lo que los otros necesitan y para eso tengo que saber oírlos?
Carajo, ¿tanto viene detrás de aceptar??
¿Aceptar que nunca seré parte como yo creo de
la vida de quienes trabajan conmigo?,¿ que hay una barrera cultural y social,
que esta ahí, es infranqueable, que por mas que yo trabaje a la par de ellos siempre seré “la
patrona” y no importa que sean independientes, ellos no se sienten así, yo debo
actuar como rica por que así debe ser, y
aunque ellos tengan más bienes materiales que yo, históricamente yo debo
ser la “patrona”, y ellos deberán estar resentidos por algo que no saben bien y
yo deberé solucionarles mil cosas, y darles lo que me pidan, por que se supone
que es mi obligación por que yo tengo mas aunque tenga menos?.
Hoy me rebelo contra algo que no quiero
aceptar,
Hoy el cansancio de un largo año de trabajo,
de lidiar con mis cosas y las ajenas, esta llevándome a no poder cargar con una
cosa más.
Tal vez es mi momento de desprenderme de lo
que no me corresponde, sacudirme, y ésta palabra ACEPTAR es eso, es sacudirme
lo que no me corresponde, es aceptar lo que es, es poner límites a mi ayuda, es aprender a decir no y basta.
Es aprender a dar lo que el otro necesita y no
lo que yo creo, es empezar a ver sin verme, por que de repente todo se vuelve
muy pesado y no me deja avanzar.
Quiero hacer como hacen los caballos después
de una jornada agotadora, ensillados, con aperos y guardamontes, se sacuden,
con un estruendo espantoso, y acomodan las cargas y se cae lo que esta de más.
Y así, livianita no mas, empezar este año nuevo......