jueves, 9 de julio de 2015

El difícil arte de tomar decisiones


No importa cuántos años tengas, tarde o temprano tendrás que aprender a decidir, y si no lo haces la vida te va a llevar puesto como sombrero al viento y atenete a las consecuencias, o le echaras la culpa a los vientos, al ala del sombrero, al barbijo, a tu pelo o la falta de él porque se voló sin saber tu a donde va.
Hoy se me viene a la cabeza este tema porque he visto a dos niñas tener que tomar una decisión difícil, sangrienta, terrible, si se quedaban a dormir en la casa de su padre o volvían a lo de su madre.
Escena uno, domingo a la tarde, día gris y frio, vacaciones de julio, lunes sin clases y la promesa de pasarla bien junto a su padre.
Escena dos, un padre que se duele de pensar en dejarlas ir, y a la vez la tentación de recuperar su espacio de soledad acostumbrado, su tiempo y disponibilidad sin la responsabilidad de dos criaturas, volver a su rutina, o debatirse en el acomodo difícil de tenerlas cada 15 días dos noches a dormir, la elasticidad que a medida que envejece se hace más difícil, la culpa de querer que se vayan y el deseo de que se queden. Y de golpe la conciencia de saber que ellas han de decidir, que ellas pueden decir con quien estar, con el alma estrujada y la sonrisa benévola si eligen irse, con la alegría incomoda de que se queden, y por sobre todo el deseo de tenerlas con él.
Escena tres. Dos niñas. La mayor, cerebral y esquemática, adoradora visceral de su padre, temerosa hasta el extremo de desagradar a alguien y menos que menos a la madre, con la ternura y el miedo envueltos en su corazón semi adolescente, tironeada por la tranquilidad y el confort de lo seguro y conocido, y tentada de pasar un rato más con su adorado papa, con la voz que le dice que ella ha de decidir, sin importar que va a ofender a nadie, habiendo comprendido que sus padres son adultos y van a estar bien con su decisión, y ahora eso: su decisión. La tremenda encrucijada de elegir, el vacío, el precipicio de mirar cara a cara sus sentimientos, esos que han estado siempre tapados por el miedo y la inseguridad, hoy en un día crucial en su crecimiento debe decidir por ella, está sola, nadie la va a guiar y nadie le va a reprochar, solo ella misma si elige mal
Y no sabe qué hacer, los minutos pasan, su padre espera, la hermana menor, ha atendido a sus sentimiento de manera espontánea, no quiere irse, no quiere otro cambio, ya se amoldó al padre, a su casa, a su ritmo, no le cambien el rumbo de nuevo.
Lo que más miedo le da y lo que más desea están ahí al alcance de la mano, debe elegir, que horror!!!! entre el padre y la madre, entre una cama y la otra, entre sus cosas, sus esquemas, su seguridad última, y el amor cálido y esponjoso, tierno y calmante del padre.
Y de golpe sabe que quiere, quiere pasar esa noche con él, y volver al día siguiente temprano con la madre, era solo una noche, no era para siempre, al fin y al cabo podía tener todo lo que quería junto, no era tan grave, o si?


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