lunes, 17 de agosto de 2015

Novela corta: Historia de las Mujeres de mi Familia, Capitulo 3: ALCIRA

Alcira. Calmada, despaciosa, esta mujer de color miel de caña, se expande por la vida, lenta, abarcando espacios sin llamar la atención, y cuando te das cuentas has caído en su embrujo dulce.
Alcira está en su casa, es la hora de la siesta, siente esa modorra placentera que da después de un feliz almuerzo, y para ella el feliz almuerzo es aquel que comparte con sus 4 hijas mujeres, donde están todas juntas, charlando distendidas y contando sus cosas.
Para ella que ha tenido solo una hermana, Josefa, varios años más joven, compartir con tantas mujeres la sorprende y agrada. Josefa y ella son hijas de Agapito, el único hermano varón de Tía Elsa, o sea, un señor de lo más mimado por su madre y hermanas y sobre todo la tía Elsa, quien veló por sus hijas cuando este quedó viudo joven. Por lo tanto en esta saga familiar, la Tía Elsa abrió sus alas de gallina clueca y acogió a sus dos sobrinas en su maternidad prestada.
Alcira y Josefa son hermanas, no son amigas, no han tenido tiempos para compartir, ya que hay 7 años de diferencia,  cuando una salía a la vida la otra salía de la casa paterna. Alcira no extraña a Josefa, ella tiene sus amigas del alma que han sido más familia que su hermana a lo largo de los años.
Dentro de pocos días será el 8 aniversario de la muerte de Enrique, su marido, y eso ya le empieza a picar en los ojos, en la risa, en el corazón. Y para colmo de males él tuvo la mala idea de morirse solo 7 antes de su cumpleaños, encargándose de dejarle el sabor amargo de su ausencia cuando ella festeja los años que él no tendrá.
Aparentemente lleva su viudez con dignidad, alegría, aceptación, jamás una muestra de tristeza desmesurada, nunca un bajón notorio, siempre con la cabeza alta, sosteniendo esa placida y dulce sonrisa con que cautiva a todos.
Va a cumplir 57 años, enviudó a los 49,  tiene 4 hijas de 32, 29, 25 y 18 años, y a veces se pregunta ¿cómo pasó todo eso?
Se casó tan Joven, a los 23 años, su hija mayor tardó un tiempo en llegar, y ella la esperaba con ansias, y de ahí en más su vida fue de hijas, casa y marido, en ese orden y prioridad. Sabe que hoy se arrepiente, que el vacío, el dolor y a veces la rabia que siente por la muerte de Enrique la desconciertan.
Nunca fue como su prima mayor Amanda, si bien su color caramelo oscuro, sus ojos negros enormes y su boca carnosa eran sus distintivos de belleza, y se supo siempre bella, no fue independiente, aventurera o autosuficiente, Tía Elsa y Don Agapito velaban por ella y después su marido, al tiempo que ella velaba por sus hijas. Así estaba todo acomodado, encadenado, todo tenía un orden y estaba establecido. Y de pronto, sin decir aguas va, Enrique se cae duro, víctima de un paro cardíaco inesperado en un restaurante un día cualquiera.
Ya van a ser 8 años, 8 años en los que sobrevive, en los que la rabia la va carcomiendo, minando sus diques, sus compuertas están a punto de reventar de tanta lágrima guardada. Sus hijas la han visto llorar solo dos veces y se asustaron tanto que ella se juró no volver a hacerlo, aunque a veces piensa que si llorara más seguido tal vez se acostumbran y ella puede descargar en paz, pero esa idea es subversiva, sería un egoísmo de su parte preocupar a otros con sus penas, para eso tiene su almohada en su cama sola cada noche.
Quedar viuda a los 49 años la dejó dando vueltas como trompo hasta que la realidad la frenó de un cachetazo puro y duro. Las cuentas por pagar, cargar nafta al auto, comprar zapatos a las chicas, impuestos, comida, abogados, bancos, herencias, parientes, etc., etc., etc. Enrique era profesor de Química en la Universidad, tenía un buen sueldo, vivían bien, ella nunca trabajó fuera de su casa, recibía cada mes una suma de dinero para pagar la comida, la mucama y sus gastos, del resto, de todo se ocupaba él. Nunca pagó un impuesto, jamás fue al banco, ni pagó la cuota del colegio de sus hijas, no sabía ni quería saber de qué se trataba. El aprendizaje posterior fue violento, la tomo de los pelos y la zarandeó a punta de realidad hasta que logro entender de qué iba la mano.
Así, pudo ver que la pensión de Enrique era menos que su sueldo, que la mucama se debía ir, que las chicas en la universidad tenían que bajar gastos y trabajar, ella misma buscar un ingreso extra. La luz y el agua si no se pagan en término los cortan, las tarjetas de créditos se hacen bolas impagables de intereses, la comida debe estar cada día.
Hoy tirada en su cama, amodorrada, sin llegar a dormir, se acuerda y no se cree lo que vivió, de la más absoluta desesperación, impotencia y desconcierto, a ser esta mujer, madura y a punto de ser abuela, con una hija terminando el secundario, con un trabajo de medio día como secretaria en un estudio jurídico, que tiene cuenta propia en el banco, que maneja su dinero y el de sus hijas solteras, que salió de una nube de algodón rosa y aterrizo en la calle de la vida de rodillas y sin protección, y pudo, salió adelante, no se endeudo más, pagó todas las tarjetas, mando a la universidad a las chicas, casó a la mayor, mantuvo su casa, su auto, logró conservar lo que Enrique había construido, y sí, estaba bueno, debía sentirse orgullosa, es un gran mérito, y las palabras oídas a otros le sonaban en la cabeza, a huecas.
El enojo acechante, se coló hoy en sus defensas, dijo basta y se le plantó a la cara, hoy el enojo se vistió de ira roja y furia, quiere gritar, patear, pegar a alguien. ¡¡¡Es todo tan injusto!!!, ella no eligió nada de lo que vivió, nadie la preparó, nadie le advirtió, y menos que nadie Enrique. El la dejó sola, abandonada, indefensa y se fué, llevándose todo lo conocido, su seguridad y contención, el amor, el cobijo, los abrazos, sexo, caricias, amistad, confort, despreocupación. Se siente estafada, siente que la dejaron desnuda en la calle sin un mísero trapo con que taparse. Su padre no le enseñó una mierda de la vida, la mimo y la consintió, la Tía Elsa estaba para hacerle las cosas, para abrazarla, cuidarla, pero no para vivir por ella.¿¿Por qué nadie la preparo?? ¿¿Por qué nadie le aviso que la vida era tan cruel, tan sola??
Se le quiebra el llanto en la garganta, ya no puede impedir que salga, es un torrente de fuerza violenta, de años de no ver, de no dejar salir, y llora con miedo al principio, con sollozos contenidos, va tomando valor, lo deja estallar. Un sinfín de emociones no catalogadas, emociones presas en mil prejuicios y normas, explótan y se llevan puesto de sombrero a cada uno de ellos, y siguen saliendo, y saliendo y queda exhausta hasta que se duerme.
Y soñó. Soñó que estaba en el banco de una plaza, sentada tomando sol, y viene Enrique caminado, igual a cuando se fue, solo que ella está más vieja, se sienta a su lado y quiere tomarla de la mano, no lo deja, él se sorprende, y le dice: - ¿que te pasa?
-¡¿Que qué me pasa?! ¡¡Te moriste y me dejaste sola!! ¡¡Eso me pasa!! ¿Te parece poco?
- No me avisaste, ni una pista me diste, ¿te creíste omnipotente, o qué? ¿O te gustaba que yo dependiera de vos? ¿Eso te hacía sentir importante? Y yo, qué pelotuda, estaba tan cómoda, todo era perfecto, y era una mierda, porqué te fuiste y se cayó todo, se hizo pedazos mi vida, eso, ¡¡¡ nada más!!! Todo eras vos, mi vida eras vos, te fuiste y te llevaste un pedazo vital, me dejaste vacía, sola, y con un trabajo del que no tenía idea.   ¡¡¡ Ni a pagar la luz me enseñaste!!!
Enrique la mira sorprendido, dolido,- ¿ pero por que me decís todo esto? Vos nunca te preocupaste por eso, me lo dejaste todo a mí. Si había que ir al banco, no podías porque era la hora de cocinar, o las compras, o las niñas, o la ropa, o lo que carajo haya sido, si había que arreglar algo, teléfono y Enrique salía pitando a buscar al plomero, ni eras capaz de hacerlo vos, y yo pensé que no podías, asumí que no podías e hice todo lo que pude y vos no y ¡¡¡mira!!! ¡¡¡Sí podías!!!!, y ¡¡¡cómo podías!!!! En realidad,¿ quién engañó a quién? Me pasé todos los años cargándote sobre mis hombros, trabajando para hacer todo lo que no podías, y un día mi corazón reventó, de cansancio y soledad, vos me abandonaste primero a mí,  te paraste en tu cómoda postura de madre y ama de casa, con hijas chicas, o adolescentes o grandes, y siempre había una prioridad antes que yo, o las responsabilidades compartidas, el mundo tuyo era idílico a mi costa, ¿¿no lo ves?? Yo era simplemente quien hacia posible que vos seas esa madre abnegada, que tu casa esté perfecta, que cumplas con tus obligaciones sociales, que seas la imagen perfecta de lo que vos ideaste, y no pude más con eso, y ahora desde este lugar de distancia me arrepiento de no haberte cacheteado antes, me inmolé tontamente, para que encima me putees ahora enojada, cuando podríamos estar hoy los dos juntos, compartiendo la vida, y no yo muerto y vos enojada y sola. ¡¡Y lo que más bronca me da es que has podido con todo y mas y sola!! Con la luz y el plomero, con las cuentas y las deudas, y ¡¡ encima estas trabajando!!! ¿¿Te das cuenta de cuan egoísta fuiste conmigo??, no me diste nada, te guardaste lo mejor de vos para cuando yo no estuve, me engañaste, me hiciste creer que eras una mujer vulnerable, que apenas entendía la vida y sus cosas, que había que protegerte, que sola no podías con nada, que no valías sin mí a tu lado, y yo lo creí, lo compré y lo viví. Y ¡¡¡un Carajo!!!, sos una leona que salió a pelear al mundo por sus hijas, que pensó y optimizo cada ventaja que tenías, saliste a trabajar, llevaste las cuentas, la economía de la familia siguió su curso, no perdiste mi patrimonio, sos independiente, tienes una vida fuera de la casa, hablas de otros temas, hasta has empezado a leer, y a mí no me diste nada de eso, no Alcira, a quien estafaron fue a mí, y ahora te dejo, con esta contradicción en el alma, feliz y aliviado de saber que no te hago falta y triste por todo lo que no fuimos capaces de darnos, vos no me diste tu fuerza y yo no te compartí responsabilidad. A la larga estamos a mando cada uno perdió algo y gano un poco, yo paz y gloria, vos fuerza y vida.
Un timbre de teléfono la fue trayendo del parque a la realidad de su cama sola. ¿Qué fue eso? Estuvo recién con Enrique, aun siente su olor, ella lo tuvo al lado, tan cerca y tan lejos. Las brumas van dejando paso a la coherencia, sabe que lo soñado fue real,  tan real que duele, asusta, un peso denso. Se despeja, el enojo se esfuma, pone todo en otro lugar, las estructuras están quebradas, corridas, hay tristeza, arrepentimiento, sensación de pérdida irreparable y a la vez un alivio inexplicable se asoma, surge una luz en un extremo donde nunca fue capaz de mirar siquiera……, y el teléfono no para, hay que atender.
Es Amanda, que pase por lo de la tía Elsa que la quiere ver……

 TC, agosto 2015






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