Alcira.
Calmada, despaciosa, esta mujer de color miel de caña, se expande por la vida,
lenta, abarcando espacios sin llamar la atención, y cuando te das cuentas has
caído en su embrujo dulce.
Alcira
está en su casa, es la hora de la siesta, siente esa modorra placentera que da
después de un feliz almuerzo, y para ella el feliz almuerzo es aquel que
comparte con sus 4 hijas mujeres, donde están todas juntas, charlando
distendidas y contando sus cosas.
Para ella que
ha tenido solo una hermana, Josefa, varios años más joven, compartir con tantas
mujeres la sorprende y agrada. Josefa y ella son hijas de Agapito, el único
hermano varón de Tía Elsa, o sea, un señor de lo más mimado por su madre y
hermanas y sobre todo la tía Elsa, quien veló por sus hijas cuando este quedó
viudo joven. Por lo tanto en esta saga familiar, la Tía Elsa abrió sus alas de
gallina clueca y acogió a sus dos sobrinas en su maternidad prestada.
Alcira y
Josefa son hermanas, no son amigas, no han tenido tiempos para compartir, ya
que hay 7 años de diferencia, cuando una salía a la vida la otra salía de la casa
paterna. Alcira no extraña a Josefa, ella tiene sus amigas del alma que han
sido más familia que su hermana a lo largo de los años.
Dentro de
pocos días será el 8 aniversario de la muerte de Enrique, su marido, y eso ya
le empieza a picar en los ojos, en la risa, en el corazón. Y para colmo de
males él tuvo la mala idea de morirse solo 7 antes de su cumpleaños,
encargándose de dejarle el sabor amargo de su ausencia cuando ella festeja los
años que él no tendrá.
Aparentemente
lleva su viudez con dignidad, alegría,
aceptación, jamás una muestra de tristeza desmesurada, nunca un bajón notorio,
siempre con la cabeza alta, sosteniendo esa placida y dulce sonrisa con que
cautiva a todos.
Va a
cumplir 57 años, enviudó a los 49, tiene
4 hijas de 32, 29, 25 y 18 años, y a veces se pregunta ¿cómo pasó todo eso?
Se casó
tan Joven, a los 23 años, su hija mayor tardó un tiempo en llegar, y ella la
esperaba con ansias, y de ahí en más su vida fue de hijas, casa y marido, en
ese orden y prioridad. Sabe que hoy se arrepiente, que el vacío, el dolor y a
veces la rabia que siente por la muerte de Enrique la desconciertan.
Nunca fue
como su prima mayor Amanda, si bien su color caramelo oscuro, sus ojos negros
enormes y su boca carnosa eran sus distintivos de belleza, y se supo siempre
bella, no fue independiente, aventurera o autosuficiente, Tía Elsa y Don
Agapito velaban por ella y después su marido, al tiempo que ella velaba por sus
hijas. Así estaba todo acomodado, encadenado, todo tenía un orden y estaba
establecido. Y de pronto, sin decir aguas va, Enrique se cae duro, víctima de
un paro cardíaco inesperado en un restaurante un día cualquiera.
Ya van a
ser 8 años, 8 años en los que sobrevive, en los que la rabia la va carcomiendo,
minando sus diques, sus compuertas están a punto de reventar de tanta lágrima
guardada. Sus hijas la han visto llorar solo dos veces y se asustaron tanto que
ella se juró no volver a hacerlo, aunque a veces piensa que si llorara más
seguido tal vez se acostumbran y ella puede descargar en paz, pero esa idea es
subversiva, sería un egoísmo de su parte preocupar a otros con sus penas, para
eso tiene su almohada en su cama sola cada noche.
Quedar
viuda a los 49 años la dejó dando vueltas como trompo hasta que la realidad la
frenó de un cachetazo puro y duro. Las cuentas por pagar, cargar nafta al auto,
comprar zapatos a las chicas, impuestos, comida, abogados, bancos, herencias,
parientes, etc., etc., etc. Enrique era profesor de Química en la Universidad, tenía un buen
sueldo, vivían bien, ella nunca trabajó fuera de su casa, recibía cada mes una
suma de dinero para pagar la comida, la mucama y sus gastos, del resto, de todo
se ocupaba él. Nunca pagó un impuesto, jamás fue al banco, ni pagó la cuota del
colegio de sus hijas, no sabía ni quería saber de qué se trataba. El
aprendizaje posterior fue violento, la tomo de los pelos y la zarandeó a punta
de realidad hasta que logro entender de qué iba la mano.
Así, pudo
ver que la pensión de Enrique era menos que su sueldo, que la mucama se debía
ir, que las chicas en la universidad tenían que bajar gastos y trabajar, ella
misma buscar un ingreso extra. La luz y el agua si no se pagan en término los
cortan, las tarjetas de créditos se hacen bolas impagables de intereses, la
comida debe estar cada día.
Hoy tirada
en su cama, amodorrada, sin llegar a dormir, se acuerda y no se cree lo que vivió,
de la más absoluta desesperación, impotencia y desconcierto, a ser esta mujer,
madura y a punto de ser abuela, con una hija terminando el secundario, con un
trabajo de medio día como secretaria en un estudio jurídico, que tiene cuenta
propia en el banco, que maneja su dinero y el de sus hijas solteras, que salió
de una nube de algodón rosa y aterrizo en la calle de la vida de rodillas y sin
protección, y pudo, salió adelante, no se endeudo más, pagó todas las tarjetas,
mando a la universidad a las chicas, casó a la mayor, mantuvo su casa, su auto,
logró conservar lo que Enrique había construido, y sí, estaba bueno, debía
sentirse orgullosa, es un gran mérito, y las palabras oídas a otros le sonaban
en la cabeza, a huecas.
El enojo acechante,
se coló hoy en sus defensas, dijo basta y se le plantó a la cara, hoy el enojo
se vistió de ira roja y furia, quiere gritar, patear, pegar a alguien. ¡¡¡Es todo
tan injusto!!!, ella no eligió nada de lo que vivió, nadie la preparó, nadie le
advirtió, y menos que nadie Enrique. El la dejó sola, abandonada, indefensa y
se fué, llevándose todo lo conocido, su seguridad y contención, el amor, el cobijo,
los abrazos, sexo, caricias, amistad, confort, despreocupación. Se siente
estafada, siente que la dejaron desnuda en la calle sin un mísero trapo con que
taparse. Su padre no le enseñó una mierda de la vida, la mimo y la consintió, la
Tía Elsa estaba para hacerle las cosas, para abrazarla, cuidarla, pero no para
vivir por ella.¿¿Por qué nadie la preparo?? ¿¿Por qué nadie le aviso que la
vida era tan cruel, tan sola??
Se le
quiebra el llanto en la garganta, ya no puede impedir que salga, es un torrente
de fuerza violenta, de años de no ver, de no dejar salir, y llora con miedo al
principio, con sollozos contenidos, va tomando valor, lo deja estallar. Un sinfín
de emociones no catalogadas, emociones presas en mil prejuicios y normas, explótan
y se llevan puesto de sombrero a cada uno de ellos, y siguen saliendo, y
saliendo y queda exhausta hasta que se duerme.
Y soñó.
Soñó que estaba en el banco de una plaza, sentada tomando sol, y viene Enrique
caminado, igual a cuando se fue, solo que ella está más vieja, se sienta a su
lado y quiere tomarla de la mano, no lo deja, él se sorprende, y le dice: - ¿que
te pasa?
-¡¿Que qué
me pasa?! ¡¡Te moriste y me dejaste sola!! ¡¡Eso me pasa!! ¿Te parece poco?
- No me
avisaste, ni una pista me diste, ¿te creíste omnipotente, o qué? ¿O te gustaba
que yo dependiera de vos? ¿Eso te hacía sentir importante? Y yo, qué pelotuda,
estaba tan cómoda, todo era perfecto, y era una mierda, porqué te fuiste y se
cayó todo, se hizo pedazos mi vida, eso, ¡¡¡ nada más!!! Todo eras vos, mi vida
eras vos, te fuiste y te llevaste un pedazo vital, me dejaste vacía, sola, y
con un trabajo del que no tenía idea. ¡¡¡
Ni a pagar la luz me enseñaste!!!
Enrique la
mira sorprendido, dolido,- ¿ pero por que me decís todo esto? Vos nunca te
preocupaste por eso, me lo dejaste todo a mí. Si había que ir al banco, no podías
porque era la hora de cocinar, o las compras, o las niñas, o la ropa, o lo que
carajo haya sido, si había que arreglar algo, teléfono y Enrique salía pitando
a buscar al plomero, ni eras capaz de hacerlo vos, y yo pensé que no podías,
asumí que no podías e hice todo lo que pude y vos no y ¡¡¡mira!!! ¡¡¡Sí podías!!!!,
y ¡¡¡cómo podías!!!! En realidad,¿ quién engañó a quién? Me pasé todos los años
cargándote sobre mis hombros, trabajando para hacer todo lo que no podías, y un
día mi corazón reventó, de cansancio y soledad, vos me abandonaste primero a mí, te paraste en tu cómoda postura de madre y
ama de casa, con hijas chicas, o adolescentes o grandes, y siempre había una
prioridad antes que yo, o las responsabilidades compartidas, el mundo tuyo era
idílico a mi costa, ¿¿no lo ves?? Yo era simplemente quien hacia posible que
vos seas esa madre abnegada, que tu casa esté perfecta, que cumplas con tus obligaciones
sociales, que seas la imagen perfecta de lo que vos ideaste, y no pude más con
eso, y ahora desde este lugar de distancia me arrepiento de no haberte
cacheteado antes, me inmolé tontamente, para que encima me putees ahora
enojada, cuando podríamos estar hoy los dos juntos, compartiendo la vida, y no
yo muerto y vos enojada y sola. ¡¡Y lo que más bronca me da es que has podido con
todo y mas y sola!! Con la luz y el plomero, con las cuentas y las deudas, y ¡¡
encima estas trabajando!!! ¿¿Te das cuenta de cuan egoísta fuiste conmigo??, no
me diste nada, te guardaste lo mejor de vos para cuando yo no estuve, me
engañaste, me hiciste creer que eras una mujer vulnerable, que apenas entendía
la vida y sus cosas, que había que protegerte, que sola no podías con nada, que
no valías sin mí a tu lado, y yo lo creí, lo compré y lo viví. Y ¡¡¡un Carajo!!!,
sos una leona que salió a pelear al mundo por sus hijas, que pensó y optimizo
cada ventaja que tenías, saliste a trabajar, llevaste las cuentas, la economía
de la familia siguió su curso, no perdiste mi patrimonio, sos independiente, tienes
una vida fuera de la casa, hablas de otros temas, hasta has empezado a leer, y a
mí no me diste nada de eso, no Alcira, a quien estafaron fue a mí, y ahora te
dejo, con esta contradicción en el alma, feliz y aliviado de saber que no te
hago falta y triste por todo lo que no fuimos capaces de darnos, vos no me
diste tu fuerza y yo no te compartí responsabilidad. A la larga estamos a mando
cada uno perdió algo y gano un poco, yo paz y gloria, vos fuerza y vida.
Un timbre
de teléfono la fue trayendo del parque a la realidad de su cama sola. ¿Qué fue
eso? Estuvo recién con Enrique, aun siente su olor, ella lo tuvo al lado, tan
cerca y tan lejos. Las brumas van dejando paso a la coherencia, sabe que lo
soñado fue real, tan real que duele,
asusta, un peso denso. Se despeja, el enojo se esfuma, pone todo en otro lugar,
las estructuras están quebradas, corridas, hay tristeza, arrepentimiento, sensación
de pérdida irreparable y a la vez un alivio inexplicable se asoma, surge una
luz en un extremo donde nunca fue capaz de mirar siquiera……, y el teléfono no
para, hay que atender.
Es Amanda,
que pase por lo de la tía Elsa que la quiere ver……
TC, agosto 2015
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