A Elisea Cárgolas le dicen “Bebita” desde el
día que nació, porque era la única hija mujer entre 5 varones y la mas pequeña.
El día que cumplió 20 años se caso con Juan
Francisco Zúñiga de Maldonado, joven y prometedor abogado de una familia de
abolengo y poca plata.
Bebita era hermosa, de una belleza serena que
explotaba al extremo con su coquetería fuera de serie.
Desde que tuvo uso de razón supo que su misión
en la vida era ser hermosa, que debía cumplir su rol a la perfección y este era
un arduo trabajo. Jugar sin despeinar los bucles, correr sin ensuciar los
zapatos, bailar sin arrugar las faldas, etc. Su conciencia de si misma estaba
prendida al hecho de tener que ser la más bella de cualquier lugar o
circunstancia.
Se las ingenio para ser muy agradable y tener
la atención de sus padres, hermanos, maestros, amigos, galanes y consorte.
La simpleza de su razonamiento, la belleza, su
coquetería extrema y espontánea, la sonrisa franca y frivolidad carente de
total maldad la hacían irresistible.
Así fue que Juan Francisco Zúñiga de
Maldonado, cayo rendido de por vida a sus encantos.
Los primeros años de casada los pasó en un
pequeño y coqueto departamento al que dedico su vida, hasta que por razones de
trabajo y contactos del marido se fueron a Vivir a Viena, Austria. O sea
Europa.
Bebita, toco el cielo con las manos, los pies
y se le lleno de nubes la cabeza. Ella viviendo en ¡¡“Europa”!!, era la primera
de su familia que podía cruzar el océano, la que podía aspirar al brillo que da
vivir en el extranjero, y ¡¡que extranjero!!, Austria, lugar de emperadores, de
Sisi, de valses y palacios.
Ella que venia de una familia a la que solo le
quedaban glorias pasadas en algún portarretrato sepia, una familia de
trabajadores honrados, pero sin aspiraciones ni brillos ni oropeles. Esos
brillos que Bebita tanto soñaba.
Juan Francisco era un hombre básicamente
bueno, honorable, integro. No veía maldad en nadie, no era envidioso. Por eso
sus jefes lo mandaron de representante de su agencia a ese destino.
Vieron tres años allí, tres años que sirvieron
para hablar toda una vida, tres años donde Bebita fue mimada, malcriada,
halagada por todo un núcleo de embajadores, literatos, artistas, y aristócratas
del circulo de trabajo de su marido. Pero por sobre todo, su marido le dio
todos los gustos ya que podían gozar de una soltura económica nueva para ambos.
Su vestuario se renovó de arriba abajo,
vestidos de fiesta que duraron
una vida entera, sedas de Estambul, pañuelos
de Hermes, Zapatos de Italia, carteras de París, vajilla de Limoges, vasos de
cristal de Bohemia, cubiertos de plata inglesa, valijas de Vuitton, y un embarazo
inesperado en medio de tanta gloria.
Le costo disimular el mal humor que le producía
pensar en un ensanchamiento de su prodigiosa figura, en las fiestas que se
perdería, pero las atenciones redobladas de su increíblemente feliz marido la
tranquilizaron y malcriaron aun mas. No había antojo o deseo por grande o
pequeño que fuera que JF no satisficiera para ella.
Y así, de a poco tuvo 9 meses para hacerse a la
idea de que tendría un niño, que seria el heredero, el que llevaría el apellido
de la familia y seguiría los pasos de su prometedor padre.
Y nació Lucia, la luz de su padre, Bebita no podía
entender como no había sido niño, ella esperaba niño, estaba segura seria niño,
jamás de los jamases se imagino que seria una niña.
Digna hija de su madre, la bebe era
perfectamente hermosa, las enfermeras austriacas, comentaban asombradas que
nunca habían tenido una personita tan pero tan linda. La paseaban de sala en
sala luciendo el prodigio de belleza latina, que era además rubia y de grandes
ojos verde esmeralda.
Entre el cansancio del parto, las malas noches,
las brumas del sueño, Bebita aun se preguntaba que había hecho ella de malo
para tener una bebe mujer y además hermosa, si bien su razonamiento simple no
le permitía ver competencia en un ser de 45 cm , su instinto de mujer coqueta estaba
alerta, mas que alerta estaba aterrado.
Le costo conectarse con la creatura, nunca
pudo darle de mamar ya que lloraba tanto la madre como la hija y al final el marido
opto por conseguir un ama de leche que se usaba en esos tiempos y una campesina
huida de Rusia la amamantó hasta los 6 meses.
JF, estaba feliz, no cabía en si de gozo, su
corazón era grande y generoso y podía amar a todas las mujeres hermosas de su
familia.
Bebita, solo podía amarse a si misma y a su
JF, que era el eje sobre el cual su coquetería pivotaba, su misión de ser
hermosa era principalmente para agradar a su marido, fuente de su sostén y
felicidad. Ser hermosa para el resto de la humanidad era un regalo que ella ofrecía
gustosa.
Una sorda batalla se desato en el interior
simple y fútil de esta alma que no tenía maldad, solo frivolidad exacerbada.
Ella amaba a su hija, cómo no hacerlo, no solo era hermosa sino que era parte
de ella. Pero esa pequeña crecía y ocupaba no solo un espacio cada vez mayor en
su vida, en la de su marido, sino en la atención del mundo que hasta ahora
había sido para ella.
Cumplido el plazo de tres años Volvieron a su país
de nuevo, con Lucia como nuevo integrante de la familia.
Tanto revuelo causaron después de tantos años
de ausencia que su vida social era imparable, y todo el mundo comentaba de la
bella hija “europea” que había traído los Zúñiga de Maldonado, que era una
creatura angelical, celestial, bellísima, que solo por los genes de sus padres
y los aires de Europa se podía dar este fenómeno.
Lucia crecía, a la luz de los ojos de su
padre, y como la naturaleza es equilibrada, lo que da de mucho lo resta en otro
lado, la luz que tenia Lucia era solo física, no tenía mucha luz mental, solo
una simpleza pasmosa, que a nadie importaba ni se tenía en cuenta ya que que
con solo reír el sol brillaba a su alrededor.
En las mentes simples, cuando surgen los
celos, la maldad se presenta pura y dura, sin escrúpulos, abierta. Sigilosa.
Entre Lucia y su madre creció un poso de
maldad, un hueco que se llenaba de competencia por el amor del JF, por llamar
la atención del mundo, la madre no pudo ser nunca madre, por que antes era
mujer y además hermosa, y perder su trono en pos de una hija a la que empezaba
a detestar no era aceptable.
Cuando cumplió quince años, Lucia estaba
radiante, era realmente un espectáculo admirarla, aun hoy varios años después,
se ve su fulgurante belleza en las fotos blanco y negro.
Bebita había decidido no envejecer nunca, tomo
con decisión firme el trabajo de ser eternamente una jovencita, la jovencita
que enamoro a su marido tantos años atrás. Y es admirable el empeño con se
dispuso a ello.
Saco a su hija de su mente y siguió cumpliendo
a rajatabla la encomiable misión que la vida le había dado, ser bella hasta la
tumba, bella y joven y encantadoramente tonta.
Lucia creció sin madre, malcriada por su padre
que no concebía el abandono de su mujer, que no la podía ver, y trataba de
llenar todos los vacios en la vida de su hija, y solo podía darle un amor
desmedido que la desprotegía y la hacia tan vulnerable como el quería evitarlo.
No hubo hombre de 15 a 50 años que se resistiera
a los encantos físicos de Lucia, tuvo novios a rolete, admiradores a montones,
terminó el colegio y su padre la mando de viaje e Europa con unas amigas, allí aprendió
francés solo por que se había enamorado y necesitaba añadir a su lista un francés
que parecía infranqueable, pero era solo cuestión de idioma, el día que
pudieron hablar, o el creyó que ella entendía se rindió sin mas. Y ella decidió
volver a los brazos de su padre, que al fin y al cabo eran los más seguros.
La tensión de vivir entre dos mujeres
hermosas, egoístas y de pocas entendederas fue matando de a poco al pobre Juan
francisco, hasta que un día cansado ya del todo abandonó este mundo tratando de
dejar en buena posición a sus dos amores .
Las mujeres quedaron shock, Bebita era una
viuda de mediana edad, pasados los cincuenta, y Lucia una joven de 25 años,
solamente hermosa, y con un poco de dinero.
Bebita sobrevivió, se acomodó, pues entendió
que su misión seguía en pie, aun podía seguir siendo bella y joven y tontuela,
y el mundo seguía estando contento con ella, un mundo cada vez más pequeño pero
mundo al fin.
Lucia, empezó una vida descarrilada, sin
limite ni contención, fiestas, hombres que se aprovecharon de ella, una madre
que miraba impotente el derrumbe, una madre que no tenía herramientas ni autoridad
para hacer algo, solo enojarse, gritar, pelear, y distanciarse. Un día decidió
no gritar mas por que eso aceleraba su vejez, e ignoro a Lucia.
Lucia quería desesperadamente ser amada, y no
admirada, pero estaba indefensa, no sabia como, no sabia pedir ayuda, solo exigía,
y así gasto su belleza y dinero, y encontró en el alcohol una ayuda que calmaba
su hueco.
Hoy Lucia se consume en una nube etílica, su madre
aún cree ser joven bella y acaba de cumplir 90 años, Lucia vive en la calle, encontró
gente como ella, donde su belleza ya ajada y decrepita no vale, solo vale la solidaridad
de los descastados para conseguir el alcohol necesario para tirar un poco mas
antes que el vacío total los consuma.