miércoles, 4 de febrero de 2015

Realismo mágico, existe?

Una tarde, no es una tarde cualquiera......

El sol se esta poniendo, hace rato estoy sentada en mi balcón, miro adelante y me sorprendo de lo que puedo ver y abarcar. Los cerros azules al fondo, en la bruma de la tarde. Me quedo mirando un rato, y descubro los perfiles de las cadenas de mas cerros y quebradas, el sol se cuela por un velo de espuma.

Hacia la derecha escucho el ruido de los autos por la autopista, es un ruido monótono a motores, me irrita el oído, me molesta.

Hacia la izquierda, los teros chillan, las chicharras empiezan su sonata, no hay molestia,  son ruidos limpios.

Frente a mis ojos se extiende una llanura, la cruza un arroyo sin agua, veo las piedras secas,  está recién empezando a verdear, la ultima lluvia resucitó sus pastos casi muertos. Los árboles de Churqui, la cubren como en un dibujo, un árbol, su copa, su sombra, y pasto verde, suave, liso.

De golpe me abstraigo, y veo caballos, vacas, cabras y ovejas, todos vuelven solos y mansos a un corral.
Levanto más mi vista y distingo nítidamente los esbozos de ciudad, los autos que corren indiferentes.
Las vacas mugen, aparecen un par de jinetes que galopan con una libertad que empiezo a envidiar, y sueño un segundo con ser yo quien corre al viento.

El sol se ha puesto en la llanura, contra los altos cerros, las nubes juegan a ser algodones, y el sol tiñe de colores anaranjados sus puntas, se me vienen a la cabeza un montón de angelitos rubios y ruludos corriendo traviesos.
 Ahora veo mas grises, el sol esta bien tras las montañas, veo calles de piedra algodonosas, ciudades flotando, pedazos de gasas transparentes, mujeres corriendo para alcanzar una carroza.

De repente todo se calma, no oigo los autos, las chicharras se han callado, el viento sopla suavecito en las ramas de una tipa que me guarda la espalda, y me trae el perfume fresco de sus flores amarillas y húmedas, de esas flores que lloran perfume.
Y me acuerdo de la hora, es la hora de la expectación, la hora mágica de la tarde, donde el mundo se detiene un segundo, suspira y junta fuerzas para seguir girando hacia la noche.
Hay otra luz, una luz acerada, mas calma, sin sombras, los churquis la han perdido, todo se vuelve más plano. Las vacas han dejado de pastar, levantan la cabeza y me miran, extrañadas, soy una intrusa, en mi balcón y escribiendo en una computadora.
Las miro, a las vacas, y de pronto no se donde estoy, si sentada en mi balcón o junto a ellas, sentada en el pasto verde, casi flotando, sintiendo el olor de su cuero, del pasto masticado, procesado, el olor de la tarde, cuando la tierra empieza a exhalar calor, antes de que se vaya la luz.
Los grillos han empezado su canto, es fuerte, hay seca, claman mas agua, la que cayó no les alcanza. Ya viene la noche, ellos la anuncian, son como trompetas agudas y rítmicas, crujientes, atronadoras.

Hay una última luz en el cielo, el último perfil de los cerros se ve claro, filoso.
Me pregunto si esa luz que aun veo es como la esperanza, saber que hay un sol que brillara mañana, que la luz que se va volverá, que es necesaria la noche, que sin día no hay oscuro, que sin hoy no habrá mañana. Y busco la certeza de  la luz que siempre vendrá.

Veo caballos, pastando, ajenos e indiferentes, no me ven, no me sienten, despacio van volviendo solos a su dormidero, nada los apura. Me voy con ellos, me evado, su calma me llama, no quiero pensar, solo sentir, el pasto bajo mi pies, me quito los zapatos, y el pasto esta caliente y empieza a humedecer, exhala un olor penetrante, me llega profundo, se mete en mi cuerpo, lo aspiro y me siento verde, no quiero volver, quiero estar así, confundida con el pasto.
No se de donde, una voz me llama, y saco fuerza de debajo de mis uñas y regreso.
Y estoy en mi balcón, sentada en una pequeña silla de cuero, me duelen las asentaderas, mis músculos están agarrotados.
Y no se si soñé o fui pasto también un rato.......



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