domingo, 16 de noviembre de 2014

un anillo, solo uno....

Una vez, hace tiempo, observé a alguien, estaba sentado solo, la luz no me dejaba ver su cara, jugaba con un anillo en su dedo, y de algún lugar de mi intuición salio esto.....


Un anillo, una mano blanca, de dedos largos.
Un solo anillo, le falta el compañero, un cintillo de oro, de compromiso, de amor eterno.
La mano blanca, el anillo de oro, la piel ajada, seca, con destellos de una belleza casi pasada. Manos de pianista. Y son solo unas manos solas.
Que pasó? A dónde se fueron las otras? Dónde están?
A esas manos se les fué la compañera, el otro anillo, la otra mitad, la otra parte del circulo que lo completaba.
Parece entero, pero esta partido, le falta una parte, la mejor, ya no es lo que era. El amor, el incondicional, el absoluto, la entrega, la generosidad se fueron con ella.
El anillo, entra y sale, de ese dedo largo y blanco. Tocarlo trae a la memoria los tiempos felices, los tiempos completos.
Una nube de letras cubre su mundo, pequeño, estrecho. Una espiral de palabras que envuelven su vida, como la neblina, que lo embarcan en miles de viajes, imaginarios, donde ella esta a su lado, a ella le escribe, a ella le habla.
Ella no esta, se fue, le dejo un legado que el cree mantener, pero el no sabe que el amor se cuida, se cultiva, se riega, y el mejor abono es darse, la entrega, la aceptación.
El anillo, gira, se escapa, se cae, y el vacío lo inunda, queda la mano blanca, el dedo largo, solo.
Recoge los restos, lo acomoda, lo pone en su sitio, pero queda grande, le falta un pedazo. El otro.
Y en la mano queda una marca, de lo que fue, de lo que no será, un recordatorio de lo que pudo haber sido. Pero no hay coraje para cambiar, para llenar, para completar, por que la mejor parte se fue, la generosidad, El amor.




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