Había una vez, un caso muy raro, muy raro, que tenía extrañados
a todos en el mundo, érase un hombre que sufría de un extraño mal, los objetos
inanimados estaban en su contra.
El mal que padecía este hombre no tiene nombre y es muy
molesto, su vida era un caos, desde que se despertaba a la mañana y bajaba de
su cama, su maldición comenzaba, sus chinelas habían desparecido, y eso que él
antes de dormir jura y perjura que las dejo al lado de su cama y sale de su
boca la primera expresión de disgusto: “ la puta madre!!! Si yo las puse aquí
anoche!!!”.
Luego al adentrarse en su rutina, el cargador del celular no
aparece, su celular se apaga, justo cuando quiere marcar un número el maldito
bicho se tilda.
Ahhh y que decir de la computadora, esa perra maldita, que
se clava justo cuando tiene que mandar un mail de vida o muerte, que no es tan
rápida como debería, que no aparece en pantalla ese icono que debería estar si él
lo vio hace como un mes,. No, si es que estos aparatos se han puesto de acuerdo
para hacer la vida imposible de este hombre.
Pero quien se lleva todos los méritos a la hora de los
embrujos es la impresora, es la reina de las malditas, es quien logra sacar al
hombre este los improperios más grandes, la sarta de mala palabras que genera
es de antología, y además cada vez son más. La impresora es su peor enemiga, y
justo, justo que esta demorado y sobre la hora, justo que ya llega tarde, se
acaba la tinta, se traba el papel, aparecen rayas donde no van, en fin, que
ella es la peor de todas.
También, otros objetos inanimados no electrónicos, tienen a
este hombre a mal traer, sobre todo por su capacidad de esconderse, de
desaparecer, como las llaves, medias, cintos, calzoncillos, camisas, pendrive,
y lo peor es que sospecho fuertemente que como el hombre se enoja tanto ellos
le hacen burla, y se le esconden a propósito por el placer de oír los
improperios más desopilantes.
Me preocupa la salud del hombre, espero que esta maldición
no lo lleve a la tumba del stress, o al menos lo dejen sin voz de tanto
despotricar contra ellos.
Si alguien sabe de una cura para este mal, favor de
hacérselo llegar antes de las consecuencias sean fatales…….
Ese hombre soy yo. O mejor dicho, era yo. Hasta que descubrí, un día antes de que me encerraran en el frenopático que eran mis hijas las que me escondían las cosas. Ese día estuve a punto de que me encerraran en la cárcel, por parricidio.
ResponderEliminarAngel!!! que bueno que no estas maldito!!!! me imagino que tus hijas se habran desternillado de risa!!! por estos lares aun busco la cura para la mentada maldicion!!!
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